Apuesto a que no lo habías pensado… pero no, nunca has visto al polluelo de una paloma.
Ahora que lees este título, te preguntas… ¿cómo es que en realidad, jamás has visto a los polluelos de las palomas? Y es extraño que no lo hayamos hecho, pues ellas están por todas partes; en las grandes ciudades, en las calles, en las plazas, en las fuentes de agua y muchos lugares más. Sin embargo, nunca hemos encontrado pequeños bebés caminando con ellas o siguiendo sus pasos, es como si ni siquiera existieran y misteriosamente todas nacieran igual de grandes.
Pero no es así, y en realidad hay una particular razón por la que casualmente no vemos a sus críos.
En realidad, las palomas pueden hacer de todo, incluso reproducirse frente a nuestros ojos, pero cuando se trata de sus hijos, son muy reservadas.
Ellas escogen lugares estratégicos para anidar, y allí está la clave: sus bebés no estarán a la luz pública, sino en partes escondidas como casas y edificios viejos, azoteas, espacios debajo de los puentes, etc.
Allí van a permanecer hasta que cumplan al menos 40 días, y en ese transcurso sus padres le llevarán comida suficiente para que puedan desarrollarse, sacar más plumas y tener aspecto menos frágil, de una paloma más grande.
Y lucen incluso graciosas, mira
Luego de esa fase de días necesarios para que las crías puedan salir al público, es muy fácil reconocerlas. Hay una importante característica que diferencia a las aves jóvenes de las adultas: las primeras no tienen esa franja de colores en el cuello que caracteriza a las clásicas palomas.