¿Has oído hablar del Gaslighting? Bien, para saber de qué se trata tomemos un ejemplo. Probablemente te hayas encontrado en alguna situación en donde te aseguren que dijiste algo, que tú no recuerdas haber dicho. Escarbas en tu memoria y concluyes que, definitivamente, no dijiste eso. Estás convencido de que tienes razón.
Sin embargo, la persona que afirma que sí lo dijiste, y lo hace con tanta seguridad que acabas por darle crédito. Terminas pensando que tal vez sí dijiste eso, aunque no lo recuerdes. Es posible que acabes de convertirte en una víctima más del Gaslighting.
“Si se introduce en el proceso de comunicación la mentira o la mala fe, habrá manipulación, que puede ser recíproca”
-Albert Jacquard-
Este fenómeno comenzó a detectarse en la década de los años sesenta. Y aunque se presenta en contextos laborales y familiares, resulta más común en las relaciones de pareja. Se define como el acto de manipulación repetitivo que una persona ejerce sobre otra. Su objetivo primordial es minar la seguridad de la víctima, para que esta perciba la realidad de forma distorsionada.
El Gaslighting pretende confundir a la víctima
El Gaslighting es una forma deliberada de mentir que pretende confundir a la víctima para obtener un beneficio de ella. Es una forma de abuso psicológico, caracterizada por ser muy sutil; rara vez interviene la violencia aunque sí suele haber cierta intimidación. Por tanto, es difícil de detectar. Adicionalmente, el manipulador suele ser alguien “digno de confianza”, amable y con quien tenemos algún vínculo de cercanía.
Un ejemplo típico de Gaslighting se produce cuando uno de los integrantes de la pareja busca negar su infidelidad. La víctima puede afirmar que lo escuchó coquetear con alguien por teléfono. El manipulador sabe que eso es cierto, pero se defiende diciendo, con total seguridad, que no es así. Su pareja está confundiendo la amabilidad con el coqueteo.
El que manipula, incluso puede agregar que ha visto a su pareja muy estresada últimamente. Un supuesto estrés que no le da derecho a desconfiar de él. En este punto habrá conseguido sembrar la semilla de la duda en la víctima. Esta práctica es más común de lo que imaginamos. En casos reiterativos y extremos, la víctima llega a creer que está enloqueciendo.
Podríamos caer en el error de pensar que es una situación cómica y que nosotros jamás caeríamos en una forma de manipulación tan
ridícula. Sin embargo, pasamos por alto que esta situación se presenta en relaciones que involucran nuestras emociones. De hecho, en este tipo de relaciones operan complejos mecanismos de proyección e introyección.
Características del Gaslighting
En términos generales, la víctima del Gaslighting suele ser una persona desconfiada, que encuentra a alguien aparentemente confiable. El manipulador es inseguro de sí mismo, pero obsesionado por ejercer control sobre los demás. Aparenta amabilidad y dice que busca el bienestar del otro. Pero esto es solo una mascarada. La víctima llega a idealizar a esta persona. Y así las cosas, el terreno está abonado para aplicar el Gaslighting.
Cuando esta forma de manipulación emocional se sostiene por largos periodos de tiempo, tiene consecuencias profundamente negativas en la víctima. La más preocupante, sin duda, es el sometimiento de esa víctima a la “realidad” impuesta por el manipulador. El Gaslighting incluso provoca que el abusado opte por apropiarse de los conflictos de su abusador.
El Gaslighting sigue un patrón que se clasifica en tres etapas. Durante la primera, la victima opone resistencia argumentativa y rebate las afirmaciones del manipulador. Mientras tanto, el acosador intenta convencerte de cómo debes pensar y sentir. De hecho, en algunos casos se embarcan en discusiones de horas y horas. Al final no emerge algo en concreto, pero sí un gran desgaste.
Durante la segunda fase, te esmeras por tener una mente abierta para poder entender mejor el punto de vista del otro. Sin embargo, al no existir reciprocidad, empiezas a dudar de tus certezas. La tercera etapa se configura como un estado de confusión en el que desaparece tu criterio y piensas que lo que tu victimario afirma es lo verdadero; lo normal y, por lo tanto, lo real.
Aspectos para tener en cuenta
Hay características de la personalidad que predisponen a algunos individuos para que se conviertan en víctimas potenciales del Gaslighting. La carencia de afecto es una de ellas. La victima potencial ve en el manipulador a un salvador y lo idealiza. Esta reacción obedece a que la víctima interpreta los avances del manipulador como una verdadera muestra de afecto. La víctima siente que el manipulador al menos al principio discute con ella, le presta atención.
Una persona que necesita tener la razón es más proclive a sufrir este tipo de abuso. Esta situación se presenta cuando se discuten aspectos subjetivos y en dicha confrontación los argumentos de la futura víctima pierden solidez como resultado del desgaste. Por último, la necesidad de ser aprobado por los demás juega un papel decisivo. En este caso todo está servido en bandeja de plata para el manipulador, quien no perderá tiempo y aprovechará esta debilidad.
Para no caer en este tipo de relaciones tóxicas es fundamental tener presente algunas recomendaciones. Lo primero es que debes permanecer alerta a cualquier manifestación que cuestione tus creencias y desequilibre tu autoconfianza. No incurras en discusiones bizantinas, es decir, intercambiando puntos de vista subjetivos que no llevan a ningún sitio.
Finalmente, intenta fortalecer tus posturas ante la vida con argumentos sólidos, al punto de que se conviertan en convicciones. Adicionalmente, no permitas que los demás pongan en tela de juicio tu manera de pensar o de sentir. Ten presente que este es el caldo de cultivo ideal para quien pretenda manipularte.