Hasta que no nos sentimos perdidos, no empezamos a encontrarnos. Esta reflexión de Henry David Thoreau pone de manifiesto la confrontación personal necesaria para encontrarnos a nosotros mismos. Admitir que nos hemos perdido no es fácil, llegar a aceptarlo pone al límite a nuestras fuerzas.
Como seres humanos, seguimos sufriendo ante cada fracaso, desilusión o hecho que se contradice con nuestros esquemas. Lo que realmente nos cuesta aceptar no es que estemos perdidos, sino que hemos perdido el control sobre nosotros mismos.
El control es una de los aspectos más importantes en la conducta humana. Juega un papel muy importante en la generación y supervivencia de problemas psicológicos como la ansiedad, la depresión, el dolor crónico, el juego patológico, etc. Todos, alguna vez en la vida, nos hemos perdido experimentando síntomas fuertes de ansiedad o depresión, estados en los cuales no podemos o no queremos entender nada.
Tenemos que reparar en las estrategias que hemos venido utilizando hasta llegar a estas situaciones tan críticas. Analizando las conductas y pensamientos que nos han llevado a tocar fondo, comprenderemos que a veces los intentos de control no son la solución, sino el problema.
Estar perdidos nos acerca más a nosotros mismos
¿Cómo se llega al conocimiento de uno mismo? Para empezar tenemos que dejar de vernos con las caretas que sacamos a relucir cuando nos relacionamos los demás. Conocerse a uno mismo requiere una inversión en tiempo y energía –dos de nuestros recursos limitados-, pero la gratificación de conseguirlo puede con la terrible sensación de no entender absolutamente nada de lo que nos pasa.Todas las personas tarde o temprano nos encontramos cara a cara con nosotras mismas y tendremos que respondernos si de verdad queremos darle sentido a nuestras vidas. Llega un momento en nuestra existencia en el que tan solo tenemos dos opciones: o tomamos otra actitud ante la vida e intentamos estar a gusto con nosotros mismos o lo damos todo por perdido y que la vida haga con nosotros lo que le viene en gana. Es cuando decimos que una persona se ha rendido.
Por raro que parezca perdernos puede ser un gran golpe de fortuna, una experiencia de la cual salimos conociéndonos más y conociendo más. Cambiamos tanto que empezamos a hacer cosas que no acostumbrábamos y vemos partes de nosotros que desconocíamos, en definitiva, aprendemos a escucharnos de verdad.
Si no te pierdes, existe la posibilidad de que jamás te halles a ti mismo.
Perderse para encontrarse
Es preciso perderse, para poder encontrarse, incluso para llegar a conocerse realmente por primera vez. Piensa que desarrollarnos de forma plena como como seres humanos es incompatible con una alienación absoluta, con la negación de la reflexión y con la ausencia de sinceridad ante la vida y el mundo.Quien asegura estar en posesión de grandes verdades puede estar basando sus presuntas certezas sobre cimientos ajenos a él, inseguros e inciertos. En cambio, quien no teme perderse y caminar por la vida, quien no ha renunciado a su propia realidad, se sabe poseedor de pocas certezas y verdades. Sin embargo, es dueño de sí de sí mismo y del gozo de vivir con ilusión.
Según un estudio publicado en la revista Psychology Today, es normal que nuestra mente necesite perderse para ordenar ideas y pensamientos. De esta forma escapamos durante un tiempo de la realidad que nos rodea para luego volver más fuertes y la posibilidad de ejercer un mayor control.