Todo pasa, todo llega y todo cambia

Todo pasa, todo llega y todo cambia

No importa cuánto dolor estés pasando, siempre debes recordar que cada cosa que nos sucede tiene su tiempo y su ritmo, y que al final todo pasa, todo llega y todo cambia.
Para que esto suceda nos hace falta paciencia, tiempo y reflexión, lo cual no es que sea fácil de conseguir, sino que tampoco es imposible. Entonces llegará el día en el que recordar lo que sucedió será solo una anécdota con un gran aprendizaje.
Absolutamente todo lo que nos ocurre tiene un principio y un fin, por lo que si acontece algo negativo, no desesperes aunque te turbe. Todo pasa. Y si estás en una etapa reconfortante recuerda que debes aprovecharla al máximo para mantener un buen recuerdo.
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La paciencia lo alcanza todo

A quien tiene paciencia, nada le falta. Entre otras cosas porque su meta es avanzar y exprimir el recorrido que ayuda a devorar experiencias, a asumir cambios y a no permitir que se escape el presente.
Todos hemos anhelado en algún momento que las agujas del reloj corriesen más o que las hojas del calendario se desplegasen con premura. Sin embargo, con el paso del tiempo nos obligamos a reflexionar sobre la trascendencia de lo que nos ocurre y de lo que queremos hacer que suceda. Todo pasa…
En este sentido, hay un proverbio chino que encierra en sí mismo una enseñanza altamente terapéutica: Si una cosa tiene solución, ¡para qué preocuparse!, y si no tiene ya solución, ¡para qué preocuparse!
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Siempre habrá algo que permanecerá

Lo cierto es que aunque todo pasa, siempre habrá algo que permanecerá sobre aquello que ha sucedido. Casi siempre los aprendizajes de las circunstancias que nos toca vivir impregnan parte de lo que podemos llamar esencia.
Nuestra esencia va acumulando aquellas transformaciones que se nos presentan. Asimismo, debemos usar esto a nuestro favor para mantener el equilibrio entre pasado, presente y futuro.
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Cuando nuestras preocupaciones son excesivas y la tensión acompañante resulta casi insoportable, debemos repetirnos que todo pasa y todo cambia. ¿Cómo lo podemos hacer?

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¿Qué tipos de problemas es posible que tengamos que afrontar?

No hay una solución mágica para cada problema, pero sí que podemos poner en marcha estrategias que nos ayuden a resolver nuestras preocupaciones de la mejor manera posible. Veamos en primer lugar qué tipo de preocupaciones podemos tener:

1.Tenemos que prestar atención al problema asumiendo que los problemas son parte de la vida diaria y que es importante sentirnos capaces de hacerles frente, así como procurar no responder de manera impulsiva.
2.Es importante especificar qué influye en él y qué soluciones se nos ocurren para hacerle frente, sean o no disparatadas podemos contemplar todo en primera instancia. La cantidad de ideas genera calidad.
3.Debemos tomar decisiones en relación a las alternativas de solución que se nos han ocurrido, valorando pros y contras tanto a nivel emocional como de tiempo y esfuerzo.
4.Una vez que hayamos tomado la decisión más sensata, debemos ponerla en práctica. Si no resulta ser una buena solución, repetiremos el proceso.
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En cualquier caso, es importante que llevemos en nuestra mente la idea de que no hay nada permanente y que la vida en sí misma es muy cambiante. Debemos abogar porque transciendan los aprendizajes y no los errores o las tristezas. No podemos detenernos a ahogarnos, sino seguir nadando para avanzar y no perdernos ningún paisaje.

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