Luego de recibir un trasplante de pulmones, Nardya recibió la mala noticia de que su cuerpo los rechazó 11 meses después. Y finalmente, cuando le anunciaron la fatídica noticia, los médicos le explicaron que solo le quedaban 7 días de vida.
La mujer de 25 años vivía en Brisbane, y toda su vida luchó contra la fibrosis quística. Esta enfermedad genética lleva al cuerpo a producir moco, el cual se acumula en las vías respiratorias de los pulmones y en el páncreas.
Nardya fue puesta en cuidados paliativos con una máscara de oxígeno las 24 horas del día, y escribió un adiós emocional que hizo recordar a todos lo valioso que es cada minuto de vida:
“Quizá te conocí toda mi vida. Quizá te conocí por diez años, tal vez tan sólo un momento. Pero en menos de una semana nunca más te veré, nunca más veré tu rostro, nunca más te hablaré, tocaré, abrazaré. Pero siempre te amaré, y estarán las amistades que construimos y los recuerdos que tuvimos.
“Las cosas no siempre se dan como las planeamos en vida, habrá muchas cosas que nunca tendré, lugares a los que nunca iré y cosas que no veré. Pero siempre estaré mirando. Siempre. Sonriendo. Porque estuve aquí. Nunca me rendiré. Como siempre. Ahora estoy simplemente dejándolo ir. Y, por favor, les ruego que vivan su vida de manera plena”.
El deseo final de Nadyar fue que la gente entendiera la importancia de la donación de órganos. Así que poco antes de morir inició una campaña de recolección de fondos en GoFundMe, en la que recaudó más de 33 mil dólares australianos en solo seis días. El doble de lo que ella sugirió.
Nardya murió unos días después de que se cumpliera la fecha, el 25 de enero de 2017, solo un día antes de cumplir dos años de su transplante de pulmones.