Edward Osborne Wilson, conocido biólogo y etólogo, acuñó lo que se conoce como “biofilia”, una dimensión que los propios animales nos transmitieron ya desde esos remotos años por una razón muy concreta. Los grupos de humanos que tenían con ellos a uno o más perros tenían mayores probabilidades de sobrevivir. La íntima unión que estableció el ser humano con el perro nos ayudó a comprender mucho más los ciclos de la naturaleza, y a buscar recursos como agua y alimentos. Eran fieles compañeros a la hora de cazar y compañía en momentos de soledad.
Es algo mágico, no hay duda. De ahí, que podamos decir con toda seguridad que, aunque seamos nosotros quienes los adoptemos, son ellos quienes nos rescatan a nosotros.
El perro de Afganistán que “rescató” a su amigo humano
Sin embargo, aquel perro era diferente. En cuanto vio al soldado, no dudó en levantarse y acercarse hasta él para, sencillamente, hacerle compañía. Graig Grossi no murió aquel día, de hecho, encontró un amigo que se negó a separarse de él, que convivió con su unidad y que le dio apoyo en momentos de más angustia. Lo llamó Fred. Aquella complicidad fue tan estrecha que incluso cuando los trasladaron de zona, Graig y sus compañeros escondían furtivamente a Fred en los helicópteros para que “el equipo” no se separara.
Durante todo el tiempo que estuvo en coma, este joven soldado no dejó de soñar con su compañero de 4 patas. De algún modo, nunca se separó de él. Tanto es así, que cuando se recuperó y pudo viajar de nuevo a su casa junto a su familia y junto a Fred, pensó que todo lo vivido con su amigo debía servir para algo más. Durante 2 meses viajó por todo Estados Unidos contando su historia. A día de hoy estos dos amigos forman un equipo fabuloso dando charlas y cursos sobre la superación y el vínculo de las personas con los animales.
Mascotan que curan, animales terapéuticos
En la actualidad, las terapias asistidas con animales no dejan de extenderse dando grandes resultados. Los perros de servicio son un estímulo eficaz para los niños con autismo. No faltan tampoco las residencias de ancianos que, de modo regular, reciben la vista de perros entrenados que ofrecen ese afecto desinteresado y esa interacción a la que responden tan bien los ancianos con demencia.Respetar a los animales es una obligación, amarlos es un privilegioCompartir
Ahora bien, tampoco podemos olvidar que en un ámbito más cercano y menos clínico, las mascotas siguen siendo unas figuras de apego indispensables. De hecho, según un estudio llevado a cabo en el 2011 y publicado en el “Journal of Research in Personality“, este tipo de apego es uno de los más saludables y positivos a todos los niveles: tanto físico, emocional o cognitivo.
Un animal como un gato o un perro sabe muy bien cómo conectar con su “humano” a través de la mirada. Ese toque mágico e inesperado para quien no ha tenido nunca una mascota es algo sorprendente. Al instante, surge la clásica frase de: “si parece que me entienda de verdad!”
Ellos, se guían solo por tus emociones presentes, por ese “aquí y ahora” donde identificar al instante tus alegrías o tus tristezas.
Porque al fin y al cabo, lo que de verdad importa en esta vida es eso, estar bien, estar en calma y tener a buenos amigos a nuestro alrededor. Tanto con los de dos como con los de cuatro patas.