“Entré en pánico porque me sentí completamente despierta y alerta. Sólo quería gritarles “¡Estoy aquí!”. Se sentía como si estuviera enterrada viva”.
Quería que se dieran cuenta de que ella estaba bloqueada en su propio cuerpo, habilitado para ver y oír. Podía observar la preocupación Mark, su marido, por el estado en que estaba su esposa.
Ella temía que pensaran que su cerebro estaba muerto.
“Ellos examinaron mis pies, mi tubo digestivo y el resto de mi cuerpo”, dijo Kate, quien despertó de un coma inducido para descubrir que no podía moverse”.
“Pero lo más decepcionante fue ver que mucha gente no me miraba a los ojos. Podría haber pasado todo el día mirando a las enfermeras esperando a que me vieran”.
Kate, una muy buena corredora, quedó hospitalizada luego de sufrir un repentino ataque cerebral en su casa de Sheffiel en el verano del año 2010. En aquellos tiempo ella sólo tenía 39 años.
En el día anterior al accidente, ella había recorrido sus usuales 12 kilómetros corriendo y jugando con sus niños, India, Harvey y Woody, de diez, ocho y cinco años respectivamente.
Al principio los doctores le administraron analgésicos y le dijeron que estaba sufriendo de migraña. Dos horas después estaba peleando por su vida en el hospital.
La mujer fue puesta en coma en el Hospital General del Norte de Sheffield, donde despertó extremadamente confundida y asustada.
Enganchada a una máquina, Kate estaba horrorizada de escuchar a las enfermeras diciendo que ellas no sabían si sobreviviría a este sufrimiento.
Pasó al menos dos semanas desesperada tratando de captar sus ojos, esperando a que se dieran cuenta de que estaba atrapada en su propio cuerpo.
Ella se esforzó mucho, dejando de lado sus sentimientos como si fuera invisible.
Incapacitada de moverse, pasó horas despierta en su cama del hospital, con médicos que no sabían que ella estaba sufriendo terribles alucinaciones.
Fue visitada por su esposo, quien se sentó al lado de su cama con la esperanza de que sobreviviría, y a sus hijos, quienes estaban en shock al ver a su madre en ese estado.
Después fue visitada por tres de sus amigos.
“Mi esposo estaba al frente de la puerta. Cuando lo vi comencé a llorar silenciosas lágrimas. Ahí fue cuando ellos se percataron de que yo aún estaba adentro de mí”.
Hoy, a siete años del accidente, después de aprender a hablar y a caminar, esta madre se encuentra haciendo charlas motivacionales.
Disfruta hacer largas caminatas con sus perros y le encanta hacer spnning. También ha escrito el libro basado en su experiencia “Running Free: Breaking Out From Locked-in Syndrome“.
Se convirtió en una activista de este tipo de accidentes, tratando de prevenir a las personas luchando contra los diagnósticos erróneos y alentándolos a tener un “vocabulario clínico positivo”.
La mujer comenta sobre las cosas a las que ya no les da importancia después del accidente.
“Ya no me tomo nada como personal. Un día con mis hijos me hace el día y les digo todo el tiempo cuánto los quiero”.
“Este tipo de cosas son las que soñaba cuando estaba en mis atrapada en mis pensamientos. Es un sentimiento increíble”.
La madre explicaba cómo había despertado el día del accidente con un fuerte dolor de cabeza y una sensación de picor en la boca.
“Durante las tres semanas anteriores al accidente, solía tener leves dolores de cabeza, pero supuse que era estrés por tener que hacer malabarismos con mi negocio de marketing digital y mi familia”.
“Pero ese día se sentía mil veces peor y sabía que necesitaba ayuda”.
Después de haber sufrido fuertes dolores, dijo que volvió a casa a tratar de sentarse en el sofá. Después de eso comenzó a hablar cada vez más lento y bajo.
“Mi marido Mark fue a la cocina a hacerme algo para comer y mi siguiente recuerdo es estar amarrada a un máquina en el hospital”.
“Escuchaba las enfermeras decir que no sabían si sobreviviría”.
“Entré en pánico porque me sentí completamente despierta y alerta. Sólo quería gritarles “¡Estoy aquí!” Se sentía como si estuviera enterrada viva”.
Los doctores también temían que Kate no tuviera un vida normal y que el tiempo vería si podía superar sus expectativas.
“Después de la visita de sus tres amigos, ella comenzó a comunicarse parpadeando -ella parpadeaba una vez para decir sí, y dos veces para decir no”.
“Sabía que tenía que pasar por esta ira de manera positiva. Pestañear se sentía como el rayo de luz que necesitaba para escapar de este silencio, un infierno solitario”.
Su progreso impresionó a todos y más temprano que tarde ya estaba deletreando letras a su esposo y médicos usando una pizarra de letras.
Dos meses después, fue trasladada de cuidado intensivo a la unidad de neurohabilitación. Le retiraron la máquina de respiración y se hizo una traqueotomía.
“Cuando me trasladaron a la unidad de rehabilitación sentí como que empezaba a ganar la batalla”. Explicó Kate, quien tiene a más de 2000 seguidores en Twitter. “Estaba completamente paralizada, pero quería hacer mover mi cojo cuerpo”.
Comenta que puso haber estado horas concentrada en su pulgar derecho, esperando a que sucediera un milagro. Que finalmente, sucedió.
Hizo que su pulgar se moviera, lo que la hizo ver que la pura determinación era la llave de su recuperación.
Todas las semanas se propone nuevos desafíos y se presiona a sí misma para alcanzarlos. Y muy pronto ella ya estaba moviendo diferentes partes de su cuerpo.
“Lo que empezó con mi pulgar pronto se extendió a toda mi mano y después a mi brazo. Me senté en una silla de ruedas por dos minutos y después ya me sentaba durante dos horas”.
“Imaginar a mis hijos cada vez que mejoro me hace sentir más fuerte”.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando Kate logró decir por primera vez después del accidente el nombre de sus tres hijos.
“Fue impresionante. Ahora puedo hablarle a extraños en el teléfono y empecé con clases de canto para hacer más fuerte mis cuerda vocales”.
Después de siete años, ella inspira personas de todo el mundo con su discurso.
Una lección para todos nosotros para valorar las cosas simples de la vida y que las cosas más importante no es lo material, si no que más se trata de lo que no podemos tocar, como el amor hacia la vida y hacia nuestros cercanos.