La respuesta corta a esa pregunta es no. Al menos no en la manera en la que lo hacemos los seres humanos.
Lo que el pequeño pajarito está haciendo es salir de un estado llamado torpor. El biólogo Joe Hanson lo explica a la perfección en It’s OK to be smart:
Los colibríes tienen unas necesidades metabólicas increíblemente altas. Para poder mover las alas a esa velocidad y mantenerse calientes necesitan el equivalente humano a una nevera llena de comida cada día. La mayor parte de esas calorías las ingieren comiendo nectar alto en glucosa e insectos ricos en grasas. Por su pequeño tamaño, los colibríes también pierden calor corporal muy rápido. Para preservar esta valiosa energía durante la noche, tienen la habilidad de entrar en un estado diario de hibernación llamado torpor.
Normalmente, si nuestro organismo pierde calor, nuestros músculos tiemblan y nuestro metabolismo se activa para generar calor. De esta manera alcanzamos nuestra temperatura base. Los colibríes hacen lo contrario, reducen esta temperatura de base y desconectan sus cerebros hasta el punto de que su respiración es casi indetectable. De esta manera pueden dormir sin quemar las calorías que no pueden recuperar precisamente porque están durmiendo
Justo antes del amanecer, sus ritmos circadianos comienzan a sacarlos de su torpor. Lo que vemos en el vídeo es muy probablemente a un colibrí saliendo de su torpor y comenzando a respirar más cantidad de oxígeno para elevar su temperatura corporal. Eso es lo que causa ese simpático sonido como un ronquido.
El vídeo se grabó hace tiempo en un centro de investigación en Perú que estudia el metabolismo de los colibríes. El animal pasó un rato durmiendo en una cámara que monitoriza los niveles de oxígeno y luego fue puesto en libertad. [BBC vía It’s OK to be smart]