Han demostrado que la variedad de hormiga negra ‘Formica fusca’ puede cambiar su gusto por la comida tras haber quedado expuesta a patógenos fúngicos. A partir de ahí, se alimentan con peróxido de hidrógeno.
“Cuando las hormigas se alimentan con esta dieta ingieren radicales libres adicionales con los que son capaces de sobrevivir a las infecciones significativamente mejor”, comenta el investigador Dalial Freitak.
“Es un sorprendente descubrimiento que las hormigan tengan una idea de su estado de salud y que ajusten la dosis necesaria para tratarse”, explicaba el investigador Nick Bos.