— Aplazaba ese momento como podÃa, pero ese dÃa llegó. El dÃa en el que mi marido Bill se fue a trabajar y yo hice las maletas, agarré a mi hijo de dos años y nos fuimos de la casa con mis padres. Mi mamá nos recibió y me dijo que no me iban a dejar sola y que me iban a apoyar en todo.
«Pero antes de que dejes definitivamente a tu marido, -dijo mi mamá- hazme un favor». Puso enfrente de mà una hoja de papel, trazó una lÃnea vertical en el medio y me pidió escribir en la primera columna las cosas que no podÃa soportar de Bill. Creà que en la segunda columna me pedirÃa escribir la lista de sus cualidades, y definitivamente sabÃa que iba a ser mucho más corta.
SabÃa qué escribir en la primera columna:
1. Bill  es desordenado, siempre tira sus cosas.
2. Nunca me avisa a dónde va.
3. Se suena la nariz cuando comemos.
4. Jamás me hace buenos regalos.
5. Es desordenado y tacaño con el dinero.
6. No me ayuda en la casa.
7. Siempre está callado y no se comunica conmigo.
Fue una lista tan larga que se me acabó el espacio en la hoja. Ahora tenÃa una prueba contundente de que ninguna mujer vivirÃa al lado de ese monstruo.
Con una sonrisa satisfecha le pregunté a mi mamá: «¿Quieres que escriba en la otra columna sus cualidades, cierto?» Pero mi mamá dijo que las conocÃa sin ello. Y me pidió que escribiera mi reacción ante cada defecto de Bill. Enfrente de cada punto, qué es lo que yo solÃa hacer en respuesta a esa conducta.
Esto fue mucho más complicado, no esperaba que se tratara de mÃ. Pero sabÃa que mi mamá no me dejarÃa libre hasta que completara esa parte de la tarea también. Asà que empecé a escribir.
¿Cómo reaccioné?
1. Me enojé.
2. Grité y lloré.
3. Sentà vergüenza de estar a su lado.
4. Me hice la mártir.
5. Quise casarme con alguien más.
6. Creà que merecÃa más.
7. Y que él no me merecÃa a mÃ.
Esta lista también fue infinita. Entonces mi mamá tomó la hoja de papel y la cortó a la mitad por la lÃnea dibujada. Rompió en pedazos la lista de los defectos de Bill, la tiró a la basura y me entregó la lista acerca de mÃ, diciendo: «Toma, piensa en eso hoy. Deja que el niño se quede con nosotros. Y luego ven, si decides dejar a Bill definitivamente, tu papá y yo te ayudaremos en todo».
Regresé a mi casa y miré mi lista. Sin la primera parte con los defectos de Bill, lucÃa fea. Vi el reflejo de mi espantosa conducta y actos destructivos y solo entonces me di cuenta de lo mal que me habÃa comportado todo ese tiempo. Luego pensé en aquellos defectos que me molestaban de mi marido. Y entendà que no habÃa nada feo y que no pudiera perdonar. Estaba tan enojada que ni siquiera me daba cuenta de la suerte que tenÃa, mi marido era una buena persona, no perfecta pero buena.egresé con mis padres. Fue sorprendente lo diferente que ahora veÃa la situación. Ahora solo sentÃa serenidad y felicidad. Hace cinco años prometà estar con él en la salud y en la enfermedad, y me asusté al darme cuenta de lo fácil que era para mà cambiar la vida drásticamente y dejar a mi hijo sin padre solo por detalles y molestias momentáneas. Cuando Bill regresó del trabajo, mi hijo y yo ya lo estábamos esperando.
Me gustarÃa decir que Bill cambió. Pero no, no fue asÃ. Siguió haciendo lo que me molestaba. Sin embargo, cambié mi actitud frente a sus actos. Y todavÃa estoy agradecida con mi mamá porque salvó nuestro matrimonio con su sabio consejo. Cuando Bill cumplió 49, lo diagnosticaron con Alzheimer, tuvo que dejar su trabajo de profesor y cuidaba de mi marido amado. Cuando mi hijo me preguntó: «Mamá, ¿qué haremos cuando papá ya no pueda recordarnos?»; le contesté: «Nosotros lo recordaremos; lo recordaremos como al mejor papá del mundo y al marido amado, y recordaremos todo lo que nos enseñó, y cómo nos amó».
Becky Zerbe estuvo casada con Bill durante 29 años.
La gran enseñanza de esta lista es que todo depende de cómo nos posicionemos frente a los problemas y a las circunstancias difÃciles, nadie dice que es fácil, pero inténtalo, cambia tu forma de ver las cosas y verás cómo las cosas cambiarán…
La Lista Que Salvó Mi Matrimonio
La felicidad y las buenas relaciones dependen de la actitud que tengamos frente a la vida.Â