Alrededor de su primer cumpleaños, el joven oriundo de la India dejó de crecer y sus padres, incapaces de cuidarlo, lo enviaron con sus tíos en Hisar, a 113 kilómetros de distancia de ellos, al noroeste del país.
Actualmente, por más que sea un veinteañero, sus tíos lo cuidan como a un chico pequeño y lo llevan a todas partes. No sabe decir muchas palabras por lo que se comunica a través de gestos. Puede reír, gritar y llorar, pero no mantener una conversación. Debido a su aspecto físico, los vecinos de Hisar creen que es una encarnación de Dios.
Los médicos que lo atendieron sospechan que Manpreet podría sufrir el Síndrome de Laron, una rara patología genética, pero como los estudios para confirmarlo son de un costo significativo su familia no se lo puede permitir.
El síndrome de Laron o Enanismo tipo Laron, también llamada Insensibilidad a la Hormona del Crecimiento (GHI por sus siglas en inglés) es una enfermedad rara, congénita, en la cual el cuerpo no puede usar la hormona del crecimiento (GH) que produce. Se caracteriza por una marcada baja estatura.
En este caso, el cuerpo no utiliza adecuadamente la hormona del crecimiento y, por lo tanto, genera enanismo en quienes lo padecen. Un tercio de los afectados viven en aldeas remotas en la provincia de Loja, en el sur de Ecuador, informaron medios británicos.
“Manpreet se ríe como un niño pequeño y rara vez se pone triste. Solo cuando los perros o cualquier otro animal hace un sonido, se aterroriza y llora. Es un niño encantador y hace señas a los invitados con las manos para que se sienten cerca de él e intenta hacerse amigo de ellos”, describió su tío.
“Lo hemos enviado de regreso con sus padres en varias ocasiones, pero no se quiere quedar con ellos. Deja de comer y llora todo el tiempo. Pero cuando regresa se convierte en el mismo niño burbujeante y alegre. Nos encanta tanto este pequeño repleto de alegría que la idea de dejarlo marchar hace que mi corazón se entristezca”, completó su tía.
Por el momento no hay indicios de que la medicina pueda encontrar una solución a la enfermedad de Manpreet. Su primo explicó: “Lo llevamos a algunos médicos, pero no hay nada que hacer, su estado no puede mejorarse. Hemos aceptado su destino y de alguna manera estamos felices de tenerlo, ya que su alegría ilumina el ambiente”.