Se calcula que en los últimos dos años los trabajadores freelance han aumentado de 20 a 37% en el mundo, y esta es una cifra que solo seguirá creciendo. Gracias al avance tecnológico, hoy, muchas personas trabajan en casa y son dueños de su tiempo y espacio. Cada vez hay más casas adaptadas como home-office y menos oficinas masivas.
¿Eres parte de ese 37% de la población que trabaja de manera independiente? Entonces te sentirás identificado con este artículo de Sonrie Para Vivir Mejor donde exponemos las 10 razones más comunes por las que los freelancers aman y odian su forma de trabajo.
Razones por las que amo ser freelance
- Yo organizo mi tiempo. No tengo que estar a las ocho en ninguna oficina, ni esperar a que sean las cinco para huír a casa. Aprovecho mis momentos de descanso para pasear con mi perro o jugar con mis hijos.
- No tengo que salir al tráfico de la ciudad. Mi puesto de trabajo queda a pocos metros de mi cama, llego en dos minutos a trabajar, mientras que mis amigos pasan horas atascados en embotellamientos.
- Puedo trabajar (casi) en cualquier lugar. En muchas ocasiones solo necesito de mi portátil, conexión a Internet y un pequeño espacio para sentarme a trabajar. Eso me permite moverme y cambiar mis planes según lo necesite.
- No tengo que lidiar con un jefe o compañeros de trabajo. Mi ambiente de trabajo depende solo de mí y eso me facilita mucho la vida. Cuando me siento a cumplir con mis tareas puedo enfocarme en lo que estoy haciendo y no en el estado de ánimo de mi compañero de puesto.
- Mi pijama, mi mejor traje. Estoy en casa y puedo usar ropa cómoda todos los días. Me siento en el escritorio con una taza de té, buena música, y todo está listo para el día perfecto de trabajo.
Razones por las que odio ser freelance
- Nunca sé cuando parar de trabajar. Está bien no tener horarios, pero hay días en que es imposible organizar las horas y las tareas por hacer. De pronto son las diez de la noche y yo sigo frente a la pantalla porque no tengo un horario que me permita decir "mañana termino esto, la jornada ya acabó por hoy".
- No sé si estoy en casa o en la oficina. Separar los espacios es un verdadero dolor de cabeza. Intento terminar un informe y llegan mis hijos queriendo jugar o surge una urgencia doméstica que no puedo dejar de atender. Poner límites es más difícil de lo que parece.
- Los clientes siempre tienen prisa. Muchos de ellos creen que toda mi vida es solo trabajar y piensan que ser freelance es como tener alguna clase de súper poder que te permite tener cualquier trabajo hecho en medio día. ¡No dejo de correr para entregar las cosas a tiempo y satisfacer sus necesidades caprichosas!
- ¡Me estoy volviendo ermitaño! A veces paso días enteros sin salir de casa y tengo la sensación de que estoy olvidando cómo es la vida afuera y cómo relacionarme con otros seres humanos. Es bueno tener espacio y estar solo, pero cuánto daría en algunos momentos por un poco de contacto.
- Máster en economía personal. Ser freelance te entrena en planeación económica y presupuestos. Debes planear qué harás en los meses en los que no tengas clientes; cómo repartirás tus ingresos a lo largo del año; de dónde saldrá el dinero para cubrir los gastos de los que se haría cargo tu empleador... ¡ya nadie me gana con la calculadora!