No te hagas responsable por la felicidad de una persona infeliz.
Ya te lo explico.
En ocasiones sucede que por una u otra razón decidimos «rescatar» a una persona «infeliz». Convencionalmente hablando, claro.
Acabas de conocer a un chico, a él hace poco lo dejó su novia, tiene el corazón roto, hay que curarlo. Y entonces empiezas a sanarlo con todas tus fuerzas. O a una chica alguien le lastimó el alma y apareces tú como su salvador. No te estoy dando un consejo, simplemente lee esto:
UNA RELACIÓN SANA COMIENZA CON DOS PERSONAS SANAS.
Es una regla.
Primero cada uno debe sanarse a sí mismo, tú puedes ayudar en parte pero no te apresures a entablar una relación más cercana hasta que esa persona solucione sus problemas internos.
Una persona sana es una persona normal y adecuada que conoce sus ventajas y no las subestima pero que también ve honestamente todos sus defectos. Cada persona tiene sus lados débiles y fuertes, así nos hizo la naturaleza. No hay personas perfectas, pero personas perfectamente neuróticas hay demasiadas.
Una persona sana conoce sus necesidades, sabe hablar de sus sentimientos, expresar sus emociones, abarca de forma constructiva la solución de sus problemas en una relación (los cuales siempre suceden porque son parte de la vida y aparecen en el camino de cualquier persona que esté creciendo como individuo), sabe amar y, lo más importante, acepta toda la responsabilidad por su propia felicidad en una relación. ¿Sientes la diferencia? Nadie tiene la responsabilidad de hacerte feliz, nadie te debe nada.
Si rescatas todo el tiempo a alguien, si sacrificas algo todo el tiempo, vives por alguien, o lo que sea que te suceda, detente un poco. Analízate a ti mismo, analiza tu relación anterior, tu relación con tus padres. ¿Tal vez te hayas quedado atrapado en algún guion repetido?
Claro que no todos estamos al mismo nivel de conciencia, pero elige una pareja de acuerdo a tu madurez. Inténtalo, al menos. Ahora te explicaré por qué es tan importante.
Por ejemplo, eres una persona madura, libre por dentro, y la presencia o ausencia de alguien más a tu lado no te vuelve muy feliz ni infeliz. Claro, cuando junto a ti está la persona que amas es una gran felicidad pero más bien es una felicidad adicional a tu propia felicidad. Si se fuera, de todas formas seguirías viviendo una vida feliz y aceptarías su elección. Por supuesto que te pondrías triste pero tu vida en general no se derrumbaría. Si la otra persona es igual de madura, ambos empezarían la relación de manera consciente (con el deseo de estar juntos toda la vida), y la terminarían igual, conscientemente. Pero si la otra persona no es muy madura, la situación sería diferente.
Al principio él/ella está impresionado por tu madurez, te admira, etc., pero poco a poco se le forma un apego fuerte. Parece que no hay nada de malo, muchos viven así, e incluso da gusto escuchar todos esos «no puedo vivir sin ti», «moriría sin ti», etc. pero en algún momento te empieza a cansar. Es decir, la vida de tu pareja no se centra en su desarrollo como persona sino que TÚ te conviertes en el centro de su vida. Y si de pronto decides alejarte o salir de su vida, en la vida de esa persona todo se arruina. Como un individuo maduro, te das cuenta de que sufre, está lastimado, etc., pero tampoco te quedarás a su lado solo por compasión o algo más. ¿Entiendes de qué estoy hablando?
El amor «pegajoso» un día empieza a sofocar a una persona madura. Claro que puedes salvar e incluso «criar» a otro, y así es como sucede a menudo, uno educa al otro. Pero lo sé por mi cuenta: mientras «crías» al otro, te estancas. Por alguna razón la gente tiene un nivel diferente de desarrollo pero según otra teoría mía, todos tenemos objetivos diferentes en la vida. Algunos juegan en la liga profesional; otros, en la liga para aficionados. No significa que una sea mejor que la otra. Simplemente dos jugadores de la liga profesional pueden mostrar un juego más fuerte, motivarse mutuamente a crecer, etc.
Si dos personas no son muy maduras, no está tan mal. Por lo general, es una historia dramática con preocupaciones, ofensas, rencores, separaciones, etc.; todos pasamos por esta etapa. Pero una vez la superes, sé atento con el corazón de la otra persona. Siempre debes tener presente los sentimientos del otro pero antes de echarte la responsabilidad por su felicidad, primero entiende y analiza tus patrones de conducta y traumas.
No te eches la responsabilidad por la felicidad de una persona infeliz. Esto no solo aplica para tu pareja, sino también para tus padres, hermanos, amigos, abuelos, etc. Compadece, ayuda, pero no te conviertas en una muleta para ellos. «Nadie hará por ti tu trabajo interior». No podrás vivir la vida de otro. Un día este tipo de historias se vuelven una carga para aquel que se ha propuesto objetivos altos. Claro, no aplica para todas las personas del mundo. Y aquellos a quienes les aplica, espero que lean este post.