Cómo dejar de quejarse por todo

Cómo dejar de quejarse por todo

La baterista de la banda de rock BRMC Leah Shapiro se propuso una tarea para febrero pasado: no quejarse. ¿Por qué? Para hacer su vida más positiva y emocionante al retirar de ella los enunciados negativos, las quejas.
Ella no es la única, para ello incluso existe un proyecto especial. «No hay ningún secreto -dice esta página web-, sólo no te quejes».
¿Pero será tan sencillo? ¿Qué tiene de malo quejarse?

Quejarse para nosotros es algo natural. The New York Times dice que durante una conversación nos quejamos en promedio una vez por minuto. La manera más sencilla de entablar una relación amistosa es hablar de lo que nos preocupa.
También las quejas son un mecanismo de autodefensa que adquirimos en la evolución: cuanto más atención le prestamos a aquello que nos puede perjudicar, mejores oportunidades tenemos de sobrevivir.
Pero todo tiene su precio. Cuando nos quejamos, nuestro cerebro libera hormonas de estrés que poco a poco destruyen las conexiones neuronales que necesitamos para solucionar tareas donde necesitamos aplicar la astucia. Lo mismo sucede cuando escuchamos quejas ajenas.
Pero a veces es de vital importancia desahogarse, así compartes todas tus preocupaciones y te sientes mejor. Aunque una investigación mostró que esto puede reducir tu vida por dos años.

La buena noticia es: poco a poco puedes deshacerte de la costumbre de quejarte.

1. Para empezar, determina qué es una queja


Te percataste de que está haciendo frío afuera y lo dijiste. ¿Es una queja? No, es una observación. Una queja, por ejemplo, sería: «¡No puede ser! Otra vez está haciendo frío. Odio esta ciudad».
A veces una queja va acompañada de sensaciones físicas: encorvamos la espalda, «nos encogemos», sentimos un nudo en la garganta o nos quedamos sin aliento.

2. Pon atención al motivo y la frecuencia de tus quejas


Los cambios comienzan cuando empezamos a ser conscientes. Proponte la tarea de percatarte de tus quejas, filtra tus pensamientos «quejumbrosos». Puedes ponerte un brazalete en una muñeca o poner un lazo en un bolsillo. En cuanto te sorprendas quejándote, te pones el bracelete en la otra muñeca o haces un nudo en el lazo.
Luego de un par de horas no quedará espacio libre en el lazo, o te quitarás y volverás a poner el brazalete unas cien veces, no menos. En un par de horas, por lo general, solemos quejarnos centenares de veces.

3. Alejate de los quejumbrosos crónicos


Si tienes que escuchar a alguien, intenta responderle algo bueno en lugar de un «Sí, tienes la razón, todo está mal». Para ello necesitas valentía y seguridad de ti mismo, al no quejarte en respuesta demuestras que no necesitas la aprobación de los demás.
Si lo haces sistemáticamente, los quejumbrosos crónicos tarde o temprano te dejarán en paz, ya que necesitan apoyo, es más divertido quejarse juntos, y tú ya no les das lo que ellos buscan.

4. Aprende a buscar soluciones


Este método también se llama «queja eficiente». Cuando nos quejamos, por lo general nos quedamos con los brazos cruzados pensando lo feo que está todo: qué clima tan feo, qué aburrido me siento, etc.
¡Corrígelo! Aún cuando no puedes cambiar el clima, siempre puedes pasar una bonita tarde en casa o reunirte con tus amigos en una cafetería acogedora en lugar de quejarte por el mal día. También te servirá para salir del aburrimiento.
Es un ejemplo sencillo pero con las cosas más complejas también sirve. Toma el control en tus manos.

5. Aplica el método del "pero«positivo


Si te sorprendes quejándote por algo, agrega a la frase un «pero» y algo positivo. Por ejemplo: «No aguanto mi trabajo pero afortunadamente lo tengo y además compré un auto» o «Mi esposo volvió a tirar sus calcetines por toda la casa pero me quiere y siempre me apoya en momentos difíciles».

6. Cambia el pensamiento «yo debo» por «yo necesito»


Por ejemplo, cambia «debo recoger a mis niños del kinder» por «necesito recoger a mis niños del kinder». Modificaste tan solo una palabra pero la obligación que parecía ser impuesta por alguien más se convirtió en algo que tú necesitas, como si estuvieras siguiendo un llamado de tu corazón.
Al principio decir «necesito» o «quiero» en lugar de «debo» será algo incómodo pero con el tiempo te acostumbrarás y empezarás a quejarte menos.
Regresemos a Leah Shapiro. Según dice, el no quejarse durante todo febrero fue difícil pero valió la pena. «Muchas veces no podía evitar quejarme -dice ella- pero hice un esfuerzo y ese mes me sucedieron muchas más cosas de lo común. En general, mi vida ha mejorado».
Cuando Leah sentía que no podía aguantar las ganas de quejarse, se calmaba acudiendo a yoga. También llevaba un diario. Para finales de febrero se dio cuenta de que trabajaba más relajada y alcanzaba a hacer más cosas. Así que decidió intentar no quejarse hasta terminar el año, tal vez con el tiempo esta necesitad desaparecerá para siempre.

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