El sueño de Megan de convertirse en una modelo profesional de fitness comenzaba a hacerse real luego de bajar más de cincuenta kilos y hasta aparecer en la portada de una revista de belleza. Pero sólo unos meses después todo cambiaría trágicamente. En un acto de violencia inesperado, su agresivo novio la empujó hacia la calle desde su coche que avanzaba a 90 kilómetros por hora.

Se fracturó los brazos, piernas, espalda, y quedó en una silla de ruedas, paralizada desde el pecho hasta la punta de sus pies.

Los doctores dijeron que nunca más volvería a caminar, destruyendo, en consecuencia, toda idea de seguir el camino que ella había emprendido, el modelaje. Megan estaba devastada, triste e incluso había perdido la esperanza de encontrar a un hombre que la amara. Ella se preguntaba “¿Quién querrá salir con una chica que no puede caminar ni tener sexo?”
Era imposible, la ciencia así lo afirmaba, pero Megan se propuso otra cosa. Ella no se dio por vencida y decidió que, al menos, buscaría marcar una diferencia. Entonces comenzó a ir al gimnasio tal como estaba, en silla de ruedas.

Los doctores dijeron que estaba loca, que lo que estaba haciendo era ridículo, no había posibilidad. Sin embargo, ella no se daría por vencida.
Continuó ejercitando durante meses, hasta que un día, logró mantenerse de pie por unos segundos. Luego esos segundos fueron tantos que se convirtieron en minutos hasta que Megan, gracias a su esfuerzo y perseverancia, comenzó a caminar nuevamente.

Han pasado cinco años desde aquel incidente. Mírala ahora.

Incluso encontró a un amor.
