Tres Mujeres diferentes, un mismo destino feliz.

Tres Mujeres diferentes, un mismo destino feliz.

 
Mi amiga Tere es médico forense. Tiene 42 años, sus dedos delgados y largos, y es segundo dan en aikido. Fuma cigarros fuertes, dice groserías y no le teme a la muerte. Tere está casada con un hombre 9 años menor que ella. Él es arquitecto en una empresa muy importante. Es guapo. Hornea los pasteles más deliciosos que he comido en mi vida. Y compone cuentos infantiles para sus hijos gemelos de un año. Los acuesta a dormir si Tere está trabajando. Se levanta en la noche para atenderlos para que Tere descanse.
Mi otra amiga, Olga, es psicóloga en el Servicio Nacional de Emergencias. Sobrevivió un atentado terrorista. Su primer marido, cirujano militar, falleció hace 12 años. El año pasado se casó con un operador que hacía un reportaje acerca de una de las operaciones de rescate. Al principio solo eran amigos, luego mi amiga se accidentó, y pasó medio año cuidándola. Pidió vacaciones en el trabajo para no tener que salir de viaje. Grababa bodas para ganar algo de dinero en ese tiempo. Mi amiga, a pesar de todos los pronósticos médicos, se recuperó. El hijo de Olga llama a su segundo marido "papá". Y él está orgulloso porque su hijo participó en una olimpiada internacional de física.
María es profesora de filosofía. Se casó con un hombre sin educación superior. Pero le está construyendo una casa, le prepara comida, adora a los niños y prohíbe hacer ruido en casa porque Mary se tiene que preparar para sus clases. Mary está obsesionada con su carrera y planea ir un año a China para hacer un internado. Su marido está obsesionado con ella. No tiene ni idea de quién sea Hegel y no ha leído nada existencial. Pero sabe qué número de zapatos calza Mary y no se olvida de llevar su auto a sus chequeos anuales. Este hombre tiene un negocio real de producción de máquinas para trabajar madera. No es multimillonario, pero millonario sí.
Cuando me empiezan a decir cómo debe ser una mujer perfecta para que la quieran y le propongan matrimonio, me río en voz alta.
Porque no aman a las mujeres perfectas sino a aquellas que los complementan.
Con todas sus grietas e imperfecciones. Cada olla encontrará su tapa.
Por eso no temas vivir como quieras y ser lo que quieras. Es todo lo que te quería decir hoy. Abrazos.

Autor Elena Pasternak

Únete a Sonrie para Vivir Mejor!