12 historias cortas que no te dejarán indiferente

12 historias cortas que no te dejarán indiferente

En Sonrie Para Vivir Mejor valoramos el amor, el humor, las buenas acciones y todo lo que le trae felicidad a la gente, y creemos que estas son las cosas de las que hay que hablar.
Esta vez encontramos 15 excelentes (y verídicas) historias que simplemente no podemos callar.


  • Me siento la hija más feliz del mundo. Mis padres siempre hacen alguna especie de... ni sé cómo decirlo. Por ejemplo, cuando mi mamá se levanta por la noche al baño o a beber un vaso de agua, papá se levanta enseguida, con rápidez echa un montón de libros y revistas debajo de la manta, le pone encima al gato y tiende bien el lado de la cama donde duerme mamá. ¡Más plano imposible! Y luego, como si nada hubiera pasado, se acuesta otra vez. Mamá regresa, ve todo ese desastre y gritando: "¡Te voy a matar, viejo!", le quita la manta y le avienta una almohada. Así pelean unos cinco-siete minutos, se dan un beso y se vuelven a dormir. Mamá tiene 50, papá, 55. ¿Quién dijo que todos maduramos en algún momento?



  • Mi gato me salvó la vida. Estaba tomando un baño mientras el gato dormía en el lavamanos. Cuando me di cuenta de que el agua se estaba poniendo fría, me levanté, abrí la llave del agua caliente, me resbalé y me caí. Desperté porque alguién me estaba golpeando en la cara. Resulta que me había desmayado y casi me estaba hundiendo, mientras el gato estaba sentado en el borde de la bañera, maullando como loco y pateándome para despertarme.




  • Mi hija tiene 4 años, cuando paseamos por la ciudad le gusta escuchar a los músicos callejeros y darles monedas. En estos días salimos a pasear y nos encontramos a unos chicos tocando la batería; mi nena pasó 20 minutos bailando enfrente de ellos, les entregó todas las monedas que tenía. Y cuando ya nos íbamos a ir, le regaló a cada uno un dulce. Los chicos estaban felices.



  • Dejé mi hogar para ir a estudiar a 2.000 kilómetros de distancia de mis padres. Estaba hablando con mi mamá y escuché a un niño llorando al otro lado. Resultó que papá empezó a imitar a una foca llorando para molestarme, para que así no lo extrañara tanto.



  • Una tarde estaba en la estación de trenes comprando un boleto para poder regresar a casa. Tenía el dinero exacto para pagar pero el aparato se había tragado algunas monedas y ya no me alcanzaba. Estaba buscando en mis bolsillos y dije en voz alta: “¡Rayos! ¿De dónde sacaré ahora el dólar que me falta?“. De pronto escuché una voz detrás de mí diciendo: ”El Gran hermano te ayudará". Me di vuelta y vi a un indigente ofreciéndome un dólar. ¡Y dicen que la bondad hoy en día ya no existe!



  • Odio la sopa de mi esposo. Pero cuando la prepara, la como en silencio y sonrío. Porque un día, cuando regresé del trabajo antes de tiempo, vi con cuánto amor y con qué cariño estaba recortando corazoncitos de una zanahoria. La sopa es terrible. Pero el amor es grande.




  • Mamá me regaló un gajito de alguna planta diciéndome que cuando floreciera conocería al amor de mi vida. Ayer mi gato se lo comió. No sé ni qué pensar ahora...



  • En 2009 adoptamos a un niño de orfanato. Tenía 3 años y medio. Como en ese lugar no les dan muchos dulces a los niños, el pequeño no conocía el sabor de los chocolates. Fuimos a un supermercado y le dije a mi hijo: “Aquí tienes una canasta, pon lo que quieras. Puedes llevar absolutamente cualquier cosa. Te compraré lo que me digas“.
    De toda la tienda eligió una caja de té, una bolsa de galletas y un ”kinder sorpresa“. Dijo que con eso era suficiente.
    Hasta ahora cuando me pide dinero para sus gastos, trae todo lo que compra a casa. Le digo: “Cómetelo tú, hijo”. Pero es inútil. Dice que siempre hay que compartir.




  • El Halloween pasado convencí a una amiga de acompañarnos a un bar. No le gustan las fiestas y le daba pereza inventarse un disfraz. Al final, accedió pero no se complicó mucho la vida: se puso una bata, unos rulos en el cabello, agarró un osito de felpa y unas pantuflas esponjosas. Se convirtió en la estrella de la fiesta, se ganó el segundo lugar en el concurso de disfraces, ¡incluso hubo una fila de personas que querían tomarse una foto con ella!



  • Mis amigos le dicen a mi perro "Papá Tereso". No puede pasar de largo cuando ve a otros animalitos que necesitan ayuda. Todo empezó cuando rescató de una zanja a cuatro cachorritos y a su mamá que se estaban muriendo de frío. Luego empezó a rescatar gatitos y a llevarlos a casa. Ahora se especializa en la basura: saca de ahí a los gatitos y a los cachorritos. En casa, lame bien a cada uno de ellos para que queden limpios. Y yo luego tengo que encontrarles hogar a todos los peludos rescatados. ¡Pero estoy muy orgullosa de mi héroe de cuatro patas!




  • Estamos casados desde hace 5 años pero hasta la fecha no le puedo confesar a mi esposa que soy la persona con la cual debatió en un foro de "Harry Potter" durante 2 años. Me da miedo que me vaya a matar.



  • Tenía unos 15 años. Mi abuelo cuidaba caballos en una granja. Una vez me dejó montar uno, mi felicidad no conocía límites. Iba cabalgando el caballo favorito del abuelo, quería lograr que el caballo fuera más rápido, pero el animal, por el contrario, bajó el ritmo y empezó a caminar forzado. De pronto se detuvo y se negó a seguir adelante. En un instante, en la luz que arrojaba un farol, vi un cable de aluminio brillando justo enfrente de mi nariz. Si el caballo no hubiese frenado, seguro habría perdido mi cabeza, literalmente. Cuando bajé la cabeza y pasamos ese lugar, el caballo empezó a cabalgar nuevamente. Así fue como un animal me salvó la vida.


Fuente del material Overhear,Pikabu

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