Cuando Kate y David Ogg intentaron formar una familia, no lo lograban. Parecía que tendrían que optar por otros métodos para llegar a cumplir el sueño de toda pareja. Pero perseveraron y al final ella se embarazó. ¿Te imaginas la alegría que sintieron? Y mucho más, cuando se enteraron que serían gemelos, un niño llamado Jamie y una niña llamada Emily.
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Los famosos y sus madres, 15 fotos que seguramente no conocías
Todos conocemos a estas celebridades por su talento. ¿Pero qué sabemos acerca de aquellos que criaron a estos formidables actores, poetas y músicos? No nos ponemos a pensar en esas personas.
Hoy Sonrie Para Vivir Mejor te invita a echar un vistazo a las fotos de algunos famosos con sus amigos más cercanos: sus mamás.
Elvis Presley y su madre Gladys.
Elizabeth Taylor con su mamá Sarah.
Jennifer Aniston y su madre Nancy.
Jessica Alba y su madre Catherine.
Liv Tyler con su madre Bebe.
Drew Barrymore y su madre Jaid.
Angelina Jolie con su mamá Marcheline.
Audrey Hepburn y su madre Ella.
La joven Beyonce y su mamá Tina Knowles.
Ciara con su madre.
Dustin Hoffman con su mamá.
La joven Naomi Campbell con su madre, la jamaicana Valerie Morris.
Robin Williams, de 7 años, con su madre Laurie Williams.
Gwyneth Paltrow en brazos de su mamá Blythe Danner.
Diana con su mamá Frances.
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Un día en la vida de una madre, honesto y divertido
Este artículo fue escrito por una madre de Bulgaria, pero Sonrie Para Vivir Mejor cree que lo que describe en él resultará familiar para muchas madres de otros países.
Las madres siempre deben soportar las frases típicas que sus amigos y conocidos les dicen con el fin de apoyarlas pero que resultan causando el efecto contrario.
Por ejemplo, esta inocente pregunta: «¿Por qué estás tan cansada si estuviste paseando todo el día en el parque?» Contiene una sutil alusión al hecho de que la madre no ocupó su tiempo en nada especial. Porque todos sabemos que ella duerme hasta muy tarde, luego, sin prisa, se maquilla, almuerza y por la tarde sale a dar un paseo por el parque donde aprovecha para estudiar inglés con ayuda de un tutorial, mientras el bebé duerme en la silla de paseo.
Esta afirmación es tan injusta que merece una negación pública. Eso es lo que haremos ahora.
Entonces, ya nació tu hijo y te recuperaste de las primeras semanas de maternidad, cuando paseabas siguiendo estrictamente el horario de tu bebé, envuelto en cinco mantas, con el plástico antilluvia puesto y siempre en compañía de alguien más, tu esposo por ejemplo. Poco a poco, todo vuelve al punto de partida, para los demás, pero no para ti.
Es probable que necesites un poco de diversidad, por ejemplo, un paseo por el parque. Sin embargo, sorprendentemente, se requiere mucho más esfuerzo que un tranquilo paseo en una alameda llena de flores:
— El esfuerzo físico. No sé cómo ocurre en otras ciudades, pero pasear con mi hijo en una carriola, es lo mismo que participar en competencias de levantamiento de pesas. El pavimento en esta ciudad es una montaña rocosa, lo mismo sucede con las aceras. La carriola siempre se queda atascada en los agujeros del suelo y, además, termina salpicada de barro. Menos mal que siempre llevas un bolso enorme donde guardas un kilo de toallitas húmedas que utilizas para tener un aspecto más o menos decente. Pero una vez que terminas de quitarte la suciedad, delante de ti aparece el siguiente obstáculo: las rampas de un pasaje subterráneo.
— El esfuerzo mental (y los nervios). Cuando por fin llegas al parque en una forma relativamente decente, no muy sucia ni sudorosa, comienza el verdadero paseo que mucha gente imagina así: te sientas en el banco para beber café y comer un pastel de queso, y el niño, mientras tanto, duerme.
¿Qué es lo que realmente ocurre?
Te espera un ajetreado día de trabajo, que comenzará con tu niño pidiendo comida de forma constante y, dependiendo de lo que come, tú:
- Envuelta en pañuelos y toallas intentas amamantarlo tratando de ser lo más discreta posible.
- Le preparas su leche con ayuda de un termo con agua caliente, una caja de leche en polvo y un biberón. Pero si se te olvida alguna de estas cosas, tienes que volver a casa.
- Abres un tarrito de puré de calabaza que preparaste por la mañana y se lo das al niño, y él, en su lugar, lo escupe en su ropa, su carriola y, por qué no, en ti.
El paseo continúa cambiando pañales, lo que no es fácil de hacer, especialmente si el niño ya cumplió un año. Este proceso recordará una lucha de superhéroes, porque el niño va a intentar salir de tus manos y correr por el parque, mientras que tú le pides que permanezca de pie, y los transeúntes, manteniendo una distancia de seguridad, apostarán por quién va a ganar tan heróica batalla.
Dependiendo de la edad del niño, el paseo puede continuar su curso en dos posibles direcciones:
- Meces la carriola marcando el tiempo de moderado a rápido esperando a que el niño se duerma. Si tienes suerte, construyes un nido en el banco y escondiéndote detrás de unas gafas de sol, duermes. O bien, si tu niño, igual que el mío, se despierta en cuanto lo dejan de mecer, sigues por el mismo camino durante dos o tres horas más.
- Llevas al pequeño a un parque infantil donde:
- Vas con él hacia un tobogán, en el cual ya se reunieron 13 niños de 3 a 8 años de edad, que se empujan y saltan. Al pie del tobogán, están sus padres que gritan: «No empujes, ¿por qué estás empujando?» «Rápido, ¡una más y nos vamos! ». Tú, también, gritas: «¡Cuidado, no vayas por ahí, qué te vas a caer!»… «Ven aquí, siéntate y deslízate!». Todo se repite entre 5 y 50 veces.
- Tu hijo se acerca al columpio, que en ese momento está libre, y tú aprovechas el tiempo para arreglar tu blusa que ya llevaba tiempo torcida y desabotonada.
- En 5 minutos ya se cansa de columpiarse y corre hacia la arena donde toma una pala de un niño desconocido.
- El propietario de la pala empieza a llorar y, al lado, se conforma un Consejo de Estado para analizar el caso, compuesto por la madre del propietario y la madre del agresor. Se inician las conversaciones al más alto nivel: «Devuélvele la pala, mira lo que tengo». «¿Qué edad tiene el tuyo?». «15 meses». «Ah, pero parece mayor». «Todo el mundo lo dice». «Vamos, devuélvele la pala y vámonos a montar en el trenecito». «¡Deja de comerte la arena!». Eso puede continuar así durante 30 minutos, una hora o hasta que se agote la arena.
A esto le sigue un paseo libre por el parque al ritmo de un caracol de edad avanzada, durante el cual el niño recoge piedrecitas, tapas de botellas y papelitos de toda índole. A la amenaza del típico «me voy, adiós», el niño responde con una clara y enérgica mirada mientras camina en la dirección opuesta a ti. Tú comienzas a perseguirlo, pero él acelera el ritmo, hasta que uno de los dos termina por caer en un charco. En cualquier caso, la persecución acaba en lágrimas, y otra ronda de lucha, esta vez para sentarlo en la carriola.
Y ahora, después de varias horas, la mamá, despeinada, sudorosa y cansada, se apresura para salir del parque y volver a casa, donde:
- Frota con un jabón antibacteriano las manos del pequeño, los cubos y los moldes para jugar en la arena.
- Procura preparar algo superatractivo para la cena y, sin embargo, el niño no tiene ganas de comer.
- Acuesta al pequeño en un tiempo récord de 38 minutos.
- Y por fin, sobre las 22:30 horas, se estira en el sofá para descansar del paseo y repetirlo todo al día siguiente.
Entonces, si alguien te vuelve a preguntar por qué estás tan cansada después de haber pasado un día en el parque, no te enfades. Mejor invítalo a acompañarte en los días siguientes. Puedo apostar que después de eso no volverás a escuchar tal pregunta.
Mira lo que le sucedió a esta niña luego de ser salvada de ahogarse
Con los niños hay que tener mucho cuidado, ellos no son conscientes de los riesgos y eso puede desencadenar serios problemas. Una niña de 3 años estuvo a punto de morir luego de sumergirse en una piscina. Afortunadamente, su hermano vio que estaba mal y la ayudó a recomponerse.
La menor parecía haberse mejorado, sin embargo, minutos después comenzó a actuar raro y decía querer irse a dormir. Entonces un familiar, entendido en temas de salud, supo lo que le estaba ocurriendo. La pequeña Lizzie estaba sufriendo un ahogo secundario, algo no tan conocido pero que puede ser fatal si no se actúa rápido. Mira el video para informarte más y así proteger a tus seres queridos:
Su hermano de 13 años, llamado Sam, salvó a la pequeña cuando cayó al agua. Él estaba muy asustado, pero supo exactamente qué hacer para salvarla.
“Ella tenía la cara gris y los labios azules. Escupía agua y esas cosas. No sabía lo que estaba ocurriendo. Estaba muy asustado”.
-Sam-
Después de que su hermano la reanimó, Lizzie se recuperó y pudo volver a estar de pie. Sin embargo, la pequeña estaba aletargada y decía que sólo quería ir a dormir. Por suerte, uno de los familiares dijo que no la dejaran dormir.
“Uno de los miembros de la familia se acercó y me dijo: ‘No deje que el bebé vaya a dormir’. Y dije: ‘Bueno, ¿por qué no? ‘. Y ella dijo: ‘Porque ella no volvería a despertar’”.
-la madre de Lizzie-
Lizzie estaba sufriendo un ahogo secundario, algo sumamente peligroso que podría haberle causado la muerte. Los pulmones estaban siendo afectados y si no hubiera recibido ayuda, la pequeña quizás no estaría junto a su familia hoy.
¿Tienes más información de esto?
Un extraño regañó a uno de sus hijos. Esto es lo que hizo la madre…
Generalmente, muchos padres de familia están en desacuerdo cuando alguien, que no sean ellos, les llamen la atención a sus hijos. Piensan que nadie más que ellos tienen ese derecho sobre los menores. Pero, la verdad es que hay que ser sinceros, no siempre los padres están con sus hijos,viendo lo qué hacen. Y si alguien más lo hace, de buena manera, no hay que molestarse. Es por eso que Karen Alpert, compartió su historia, después de que un completo extraño corrigió a su hijo.
Todo comenzó cuando Holden, el hijo de Alpert, fue a un patio de juegos con sus amigos. Y tenía que esperar que fuese su turno para usar uno de los juegos. Desgraciadamente, el niño decidió simplemente meterse en la fila y no esperar.
Es por eso que una madre que estaba esperando el turno de su propio hijo, lo regañó explicándole que eso NO SE HACE, porque hay que respetar el orden de llegada.
Cuando, la madre se percató del incidente, ya que estaba cuidado a su otra hija, se acercó, pero a regañar a su pequeño, olvidándose así de darle las gracias a la mujer que lo había hecho antes, de la mejor manera.
Es así de Alpert decidió escribirle a aquella madre una carta de agradecimiento, a través de su blog, donde explicó que estuvo bien lo que esa madre hizo por su hijo porque es un adulto, lo que significa “que es más inteligente y sabe por qué lo está haciendo”. Y concluyó diciendo que aunque hay muchos padres que se molestarían por algo así, ella lo agradece mucho.
“Querida extraña, quien disciplinó a mi hijo en el patio de juegos hoy día:
¿Tu hija trató de subirse a un juego y mi hijo también? Está bien, lo entiendo. Pero, como tu pequeña tiene miedo aún a subirse sola, se demora mucho y es por eso que mi hijo pasó antes que ella? Mmmm… está bien.
Pero antes de que siga, sólo quiero decir que sí, debí de estar ahí, pero desgraciadamente, estaba al otro lado del lugar porque el amigo de mi hijo estaba llorando, así que no estuve yo ahí para corregirlo. Pero ¿eso te da el derecho de reprimir a mi hijo cuando yo no estoy?”.
Umm… sí. Sí te da el derecho de hacerlo.
No tuve la oportunidad de agradecerte hoy día pero GRACIAS. Porque si mi hijo se comporta como un patán y yo no estoy por cualquiera que fuese el motivo, tu tienes mi permiso para decirle que deje de serlo. No estoy diciendo que tienes el derecho de tocarlo o gritarle pero sí de corregirlo de la mejor manera…
Porque aunque no seas su madres, eres un adulto. Lo que significa que eres más inteligente que él. Y sí, sé que habrá muchos que estarán enojados con lo que escribo y me dirán cómo permites que un extraño le hable así a tu hijo… PERO YO NO PIENSO ASÍ.
Disculpa por no estar ahí haciendo mi trabajo de madre, pero muchas gracias por ayudarme.
Sinceramente,
Definitivamente, una lección para muchos padres de familia.
Inspiradora carta de un padre para su hija de 14 años
Durante varios días en Facebook circulaba una publicación de una mujer dedicada a su hija con una lista compuesta de 15 puntos. Muchos la leyeron, le dieron «me gusta» y la compartieron. Sin embargo, se me ocurrió que también tenía algo qué decirle a mi hija.
Puse la lista mencionada arriba y respondí punto por punto. No soy psicólogo. Tampoco soy pedagogo. No soy el mejor padre del mundo pero quiero mucho a mis hijos.
El siguiente texto no es ningún acuerdo acerca de mis intenciones ni tampoco es un memorandum. Puede que algunos puntos no le gusten a alguien. Pero me arriesgaré.
Carta para mi hija de 14 años
1. Jamás te correré de la casa, ni dentro de 3 años, ni dentro de 30.
A los 18 años tendrás muchas opciones: podrás inscribirte en una universidad y te apoyaré todo el tiempo mientras estudias. Por supuesto, me gustaría que participaras en la vida de la familia pero también fui estudiante y recuerdo bien que los cinco años de mis estudios en el instituto no me ganaba nada más que la beca. Pero sobrevivimos y salimos adelante. Y contigo, mi niña, saldremos adelante.
También puedes no inscribirte en ninguna universidad e ir a trabajar. Recuerda, hija, si te dedicas a algo que AMAS, ya sea arte, bailes, canto, ser secretaria, cultivar cactus, cortar el pelo y uñas ajenos, archivar libros en una biblioteca, digitalizar fotos, lo que sea, el dinero será lo último que te preocupará. Pero muy pronto notarás que por el trabajo que realizas con amor y alegría, te pagan un poco más. Y luego te pagarán aún más.
¿Estaré totalmente dispuesto a mantener a una perezosa de 18 años? ¡Por supuesto que no! Yo también soy un egoísta normal. Si vives con nosotros pero no ganas dinero, aporta lo que puedas para ayudar a los demás: limpieza, lavado de ropa, preparación de comida. Pero no te gustará un papel así, ¿verdad? Entonces muy pronto encontrarás un trabajo que te guste. Y sí, el dormitorio que compartes con tu hermana siempre será su dormitorio.
2. Eres muy buena. Eres bonita. Eres inteligente. Eres fabulosa. Eres magnífica.
Solo te he conocido durante 14 años pero ya eres un mundo enorme que creció por su cuenta, ¡aunque también con mi participación! Y puedes llegar a ser mejor, mucho mejor, solo no te detengas y no cambies la dirección. ¡Si has decidido ser una buena persona, adelante! El mundo te recibirá con los brazos abiertos. Y si no, tu optimismo de todas formas triunfará. No temas ser bondadosa y abierta, así te recuperarás más rápido cuando alguien te hiera en el alma.
3. Toda la vida he intentado ser un ejemplo para ti.
Siempre has visto que no miento, no robo, no intento engañar o aprovecharme de nadie, hago honestamente mi trabajo y, sobre todo, lo amo. Pero, lo más importante, y lo sabes desde siempre, es que te amo. Somos diferentes, eres una persona absolutamente independiente (lo vi cuando apenas cumpliste unos meses) y siempre respetaré tu elección y tus valores, y, a cambio, quiero que respetes los míos. Si escucho los Beatles, no me harás mala cara, y yo no te pido que le bajes a Imagine Dragons si la música no les estorba a los vecinos (por cierto, también me gustó esa banda, ¡gracias a ti! ¿O a tu hermana?).
4. Quiero aprender a no esperar nada de ti
Mi papá, tu abuelo, dominó ese arte a la perfección. Me llama por Skype, ve mi rostro con amor profundo y se alegra como niño porque me encontró en línea. Si no puedo hablar con él por más de un minuto, simplemente se pone feliz. Y si encuentro media hora para él, su felicidad no tendrá límites. Ha intervenido en mi vida, sí. Junto con mi mamá me explicaban las ventajas de una educación superior. Deseaban mucho que recibiera un diploma, no importa cuál. «Es mi obligación darte una buena educación, -me decía mi mamá- ¡Y luego haz lo que quieras!»
Heredé el mismo punto de vista. Estudia, gánate tu diploma y luego haz lo que quieras. Pero siempre te responderé si acudes a pedir mi consejo.
5. No me debes nada.
He hecho todo lo que he podido y aún más: trabajé en tres sitios distintos al tiempo; me levanté varias veces por las noches al verte enferma y te llevaba al hospital; en lugar de dormir después de un turno nocturno, paseaba contigo muriéndome del cansancio; te cantaba canciones; escuchaba tus historias de escuela acerca de la amistad y enemistad. Lo hacía y lo sigo haciendo no porque sea mi responsabilidad de padre sino porque te quiero. Sabrá Dios cómo será mi vejez, si es que llegue a esa edad porque cualquier cosa puede pasar, pero la vida sucede aquí y ahora. Hay que disfrutar de cada momento feliz. Cuando inicies tu vida adulta, precisamente los recuerdos sobre estos momentos me llenarán de alegría. Y, por cierto, a ti también. Lo más importante es que conservarás este ambiente en tu familia también, estoy seguro de eso.
6. Tienes un hogar.
Las puertas siempre estarán abiertas para ti. Pase lo que pase, siempre estaré a tu lado si lo necesitas. Te apoyaré y te consolaré, te compadeceré e intentaré ayudarte aún cuando no me lo pidas. Y sí, me estaré metiendo en tu vida. Porque nadie tiene derecho a ofender a mi niña. No le permitiré a nadie que te golpee, insulte o humille. Solo mereces el amor (Santo cielo, ¡y eso dice la persona que acaba de gritarte obligándote a cerrar tu Facebook para que empieces a hacer tu tarea!).
7. Tengo mi propia vida.
Pero dejaré todos mis asuntos por ti, sacrificaré mi comodidad por la tuya. No se puede de otra manera porque te amo. ¿Qué más puedo compartir contigo además del amor? ¿Los cuentos de hadas? Los escuchabas con atención los primeros años de tu vida, y luego también. ¿Las canciones? Te las sabes de memoria.¿Las historias de mi vida y tu infancia? Tal vez. Pero en cualquier caso, quiero que sepas: te quiero. Llámame y ven a la hora que quieras. Juntos resolveremos cualquier problema.
8. Tienes tu vida.
Pero, de todas formas, me entrometo ¿recuerdas? Antes de que te cases, nos presentarás a tu futuro esposo, ¿verdad? En nuestra familia somos abiertos y honestos. Todos los días nos recordamos lo mucho que nos queremos, y quiero que la persona que elijas sea igual. Porque con una persona cerrada y tímida batallarías. Claro, puedes hacer lo que te diga tu corazón y el alma. Pero estoy seguro: nuestra relación familiar es tan profunda que, por supuesto, nos gustará tu elección. Si no, bueno… Tendremos que trabajar en nosotros. No somos los primeros ni los últimos, lo superaremos.
9. En la vida de cada persona aparece alguien que empieza a perjudicarla.
No empieces la batalla, no intentes ganarle. Tarde o temprano estarás en su campo y te ganará: te quitará tu negocio, se apropiará de tu idea, te quitará a tu marido o a tu amiga, te creará problemas en el trabajo o hará que todos los compañeros piensen mal de ti. Recuerda, mi niña: no es porque seas mala. Es porque esas personas no pueden ser felices de otra forma, necesitan una víctima. «Te devorarán» y luego se enfocarán en otro. La única manera de defenderte es distanciarte lo más que puedas. Si sucede algo por el estilo, ven a casa, hablaremos. Y lo arreglaremos.
10. El mundo es muy justo
Cada acto bueno que realices regresará a ti con una decena de hechos positivos. Cada acto malo… Sí, exacto. Los malos actos de personas malas también se les regresan. Sé que a veces saberlo no consuela. Pero el mundo siempre está balanceado, e incluso el desequilibrio más fuerte se arregla muy rápido. Por eso, no le hagas mal a nadie, y tampoco te lo harán a ti. Haz actos buenos y volverán a ti. Intenta no responder a actos malos con lo mismo. Estas personas recibirán el castigo de acuerdo al Juicio Superior. Porque Allá Arriba el equilibrio siempre está en observación.
11. No sabemos con seguridad qué es lo que somos capaces de hacer.
A veces parece que ya no hay fuerzas para nada, y de pronto ¡bum!… aparecen nuevas energías. A veces crees que los problemas sin resolver solo te tocan a ti. No. A mí también me tocaron. Y a tu mamá. ¡A todos! Sufrirás, llorarás y aparecerá una solución. ¡Superarás cualquier problema, mi niña! Y por ahí estaremos para ayudarte. Conmigo sí que puedes comentar tus secretos, ¡no le diré nada a nadie! Todo estará bien.
12. No le impongas tus responsabilidades a los demás. En cuanto seas mayor de edad, solo tú responderás por tus actos.
Pero (te lo vuelvo a repetir) jamás renunciaré a ayudarte, haré lo que pueda porque, desafortunadamente, no me estoy volviendo más joven. Por supuesto, debemos ayudarte, tal y como nos ayudaron nuestros padres. Y a ellos, sus padres. Y a aquellos, sus padres también. Es la costumbre familiar, cariño, no temas. Lo superaremos. Por cierto, de la misma forma ayudarás a tus hijos más adelante. Y ellos, a tus nietos.
13. Calcula. Cada acto tiene sus consecuencias.
Puede ser que no puedas adivinarlo todo. Pero intenta calcular las posibles consecuencias al máximo. Cuanto mejor te imagines tus opciones, más sensata será tu conducta (por cierto, es el único punto que copié del mensaje de aquella mujer que mencioné al principio de esta carta).
14. ¡Pase lo que pase, recuerda lo que te acabo de escribir!
Estos 13 puntos, creo, te harán sentir más segura, te harán saber que tienes una familia que te ama y harán tu vida más tranquila y segura. ¡Vive, mi niña! ¡Sueño con que tu vida sea mejor y más alegre, y estaré feliz si logras que así sea!
15. Y otra cosa. Si quieres llorar, ven a casa. Aquí hay muchos hombros para llorar.
¡Siempre ten tu móvil cargado porque en cualquier momento puedo llamarte para recordarte lo mucho que te quiero!
Papá
Autor: Oleg Bulgak
Estaba con su anciano padre que parecía avergonzarlo en un restaurante. Al final les dio a todos una gran lección
“Mientras comía, un poco de los alimentos caía de cuando en cuando sobre su camisa y su pantalón. Los demás comensales observaban al anciano con sus rostros distorsionados por el disgusto, pero su hijo permanecía en total calma”.
Muchas veces las nuevas generaciones quieren romper con todo lo que les han dicho sus padres o abuelos. Y claro, es un poco el rumbo que ha tomado la humanidad y gracias a eso el mundo ha mejorado y avanzado en muchos sentidos. Sin embargo, muchas veces a las personas mayores o ancianas no se les da el respeto que merecen. Se les ignora, no se les toma en serio e incluso se les limita, como si envejecer fuera algo malo y no un paso obvio de la vida.
Por eso esta historia que está circulando a través de Facebook nos inspira a cambiar esa mentalidad. Que a pesar de todo, hay que saber respetar y querer a nuestros padres, incluso cuando ya estén en sus últimos días y sean como una especie de niños a los que hay que ayudar. Siempre hay que recordar que ellos fueron quienes al principio nos criaron a nosotros. Simplemente los roles se intercambian.
Esta es la hermosa historia:
Un joven llevó a su padre a un restaurante para disfrutar de una deliciosa cena. Su padre ya era bastante anciano, y por lo tanto, un poco débil también. Mientras comía, un poco de los alimentos caía de cuando en cuando sobre su camisa y su pantalón. Los demás comensales observaban al anciano con sus rostros distorsionados por el disgusto, pero su hijo permanecía en total calma.
Una vez que ambos terminaron de comer, el hijo, sin mostrarse ni remotamente avergonzado, ayudó con absoluta tranquilidad a su padre y lo llevó al sanitario. Limpió las sobras de comida de su arrugado rostro, e intentó lavar las manchas de comida de su ropa; amorosamente peinó su cabello gris y finalmente le acomodó los anteojos.
Al salir del sanitario, un profundo silencio reinaba en el restaurante. Nadie podía entender cómo es que alguien podía hacer el ridículo de tal manera. El hijo se dispuso a pagar la cuenta, pero antes de partir, un hombre, también de avanzada edad, se levantó de entre los comensales, y le preguntó al hijo del anciano: “¿No te parece que has dejado algo aquí?”
El joven respondió: “No, no he dejado nada”. Entonces el extraño le dijo: “Sí has dejado algo! ¡Haz dejado aquí una lección para cada hijo, y una esperanza para cada padre!” El restaurante entero estaba tan silencioso, que se podía escuchar cae un alfiler.
Uno de los mayores honores que existen, es poder cuidar de aquellos adultos mayores que alguna vez nos cuidaron también. Nuestros padres, y todos esos ancianos que sacrificaron sus vidas, con todo su tiempo, dinero y esfuerzo por nosotros, merecen nuestro máximo respeto. Si también sientes respeto hacia los adultos mayores, comparte esta historia con todos tus amigos”.
¡Ha sido tan popular que ha sido compartida casi 200 mil veces!
Imposible no recordar el final de la película Big Fish.
¿Qué opinas al respecto?
Esta madre le fracturó la pierna a su hija más de 300 veces. Descubre la razón para esto
Una madre haría lo que fuera por sus hijos, así lo ha demostrado Jackie, una mujer de 28 años que tuvo que fracturarle 300 veces la pierna izquierda a su hija. Para la familia de Michigan, EE.UU., no fue nada fácil todo esto. La pequeña Elsie nació con una extraña discapacidad que hizo que su cadera no se formara como debía. Los médicos buscaron la forma de corregir sus huesos, pero la única manera en que eso iba a ser posible era si alguien le hacía 3 fracturas diarias durante 4 meses.
Si la madre no le quebraba la pierna 3 veces al día mediante un sistema de tornillos, los médicos tendrían que amputársela. Jackie decidió aceptar la tarea para que su hija pudiera desarrollarse bien.
La pierna izquierda de la niña sólo había crecido hasta la altura de su rodilla derecha, por lo que los médicos intervinieron y la extendieron hasta que llegó al nivel normal.
Aparte de eso, los doctores reconstruyeron su cadera, el tobillo y la rodilla. Para concluir el tratamiento, la madre debió activar de manera manual el sistema mecánico que separaba el fémur de la tibia.
El proceso era doloroso, pero Elsie logró resistir y demostró ser un chica muy valiente…
“Nos preguntamos si era cruel poner a nuestra hija en esa posición y si valía la pena. Al final supimos que era la decisión correcta. Queríamos que Elsie tuviera la mejor vida posible”.
-Jackie-
Elsie estuvo medicada todo lo que duró el tratamiento. De no haberle dado sedantes, la pequeña habría sufrido demasiado cada vez que le fracturaban la pierna. Sin embargo, aún dándole medicinas, el procedimiento fue doloroso y Jackie se sentía desesperanzada al ver a su hija sufrir.
Afortunadamente todo resultó perfecto y la pierna pudo estabilizarse en la longitud que se esperaba.
Ahora ella es una chica sin problemas y podrás seguir desarrollándose. ¡Su valentía merece un aplauso!
¿Qué te pareció el caso de Elsie?
Estaba sin estar…
Yo si fui la princesa de papá, tuve la oportunidad de llamarme la niña de sus ojos, hasta que el rey de mi castillo se fue.
Se cuán difícil puede ser responder a la pregunta ¿y tu papá? No sabes cómo explicar que teniendo la oportunidad de estar eligió no hacerlo y ‘’aún estando’’ no estaba. Nunca sabrás explicar por qué no hablan, por qué ya no sabes nada de él, por qué hizo que sus decisiones fueran así y te preguntas cuánto tiempo deberá pasar para que se de cuenta que te dejó cuando más lo necesitabas. Pero sabes que eso no pasará y ya no te duele, ya no te atormenta y está bien.
Se perdió lo más importante de tu vida, no estuvo para consolarte con tu primer corazón roto, no celebró tus triunfos, no está consciente de cuál es tu pasión, ni siquiera sabe cuáles son tus sueños. ¿Por qué? porque cuando tuvo la oportunidad de compartir eso y mucho más contigo, no quiso o no pudo con la responsabilidad que eso traía.
Ya no esperas nada por parte de él, y cuando te preguntan ¿y tu papá?, sólo sonríes y dices: vive bien, es feliz, tal vez encontró lo que cubriera el espacio que yo no pude llenar.
Original: Camila Gallardo