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4 mitos sobre la herencia genética que siempre creíste ciertos

La inteligencia, el color de ojos, el carácter y hasta la orientación sexual: crear un bebé no es un manual de cocina, donde repetir paso a paso una y otra vez da como resultado un producto idéntico al que sólo hace falta agregar alguna modificación al gusto.

En realidad, cada encuentro entre un gameto masculino y femenino es único y tiene como resultado un producto igualmente irrepetible de entre miles de millones de humanos.

A pesar de los esfuerzos científicos, buena parte de la gestación humana y su impacto en el desarrollo de habilidades complejas, como la inteligencia, aún siguen siendo un misterio. ¿Crees que la inteligencia y el color de los ojos dependen de la madre, mientras que el carácter de un bebé está dispuesto por su padre, o que el tamaño del cerebro es un rasgo inequívoco de la capacidad mental de un niño? Descubre cuáles son los mitos más recurrentes sobre la herencia genética en estos 4 puntos:

La inteligencia se hereda de la madre

Este mito surgió a raíz del descubrimiento de que las discapacidades mentales se encontraban más frecuentemente ligadas con el cromosoma X y erróneamente, se pensó que tal cromosoma era el encargado de definir los rasgos intelectuales heredados.
Por lógica simple, la conclusión de entonces fue que las mujeres (que aportan dos cromosomas X) tenían mayores posibilidades de transmitir la «inteligencia» a sus hijos.

En realidad, ningún rasgo depende enteramente de la información genética específica del padre o la madre, mucho menos la inteligencia, un concepto complicado y diverso que no sólo involucra una predisposición genética, también carga con factores sociales que definen la capacidad de cada individuo de resolver problemas complejos.


Es posible elegir el sexo del bebé

Dietas, elección deliberada de espermatozoides en la fecundación in vitro o elegir una posición sexual específica son algunos de los mitos populares que se aconsejan con la intención de elegir el sexo de los descendientes.
Sin embargo (y a pesar de que algunos estudios demuestran un alto índice de efectividad al momento de escoger entre niño o niña) la realidad es que no existe una certeza absoluta en las distintas técnicas preimplantacionales para determinar el sexo de un bebé.


A cerebros más grandes, mayor inteligencia

Se trata de un mito recurrente en lo que refiere a una de las características más deseadas en los descendientes: la inteligencia. Desde el siglo XIX, la noción de que el tamaño de la masa gris correspondía proporcionalmente a la inteligencia se estableció como norma, pero hoy sabemos que no existe relación alguna entre el tamaño y la capacidad del sistema nervioso central.

La mejor evidencia está en el reino animal: los elefantes y las ballenas tienen un cerebro mucho mayor en volumen que los humanos; sin embargo, tales especies no son más inteligentes que nosotros.
Estadísticamente, las personas que tienen un cerebro más grande de lo normal (condición conocida como megaencefalia) suelen obtener calificaciones más bajas en pruebas de inteligencia que el promedio.


Existe un gen de la homosexualidad

Desde hace un par de décadas, la idea de que existen ciertos genes que predisponen la orientación sexual de los individuos ha aterrizado en estudios científicos y artículos que anuncian su descubrimiento. Se trata de una premisa que resulta paradójica en términos evolutivos, pues dada su naturaleza, un rasgo como la homosexualidad no podría transmitirse genéticamente de generación en generación.

Tal y como los vicios, las preferencias sexuales están definidas por una multiplicidad de factores sociales, como las creencias, educación y otras circunstancias que nada tienen que ver con la información genética que se hereda de padres a hijos.