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14 reglas para comenzar bien el nuevo año

Cuando empezamos un nuevo año, siempre esperamos un milagro, sin embargo a veces nos olvidamos de que nosotros mismos podemos hacer nuestros sueños realidad.

Para no aplazar tus sueños y «recargar» tu vida a partir del 1 de enero, te sugerimos una lista de las cosas para las cuales no hay lugar en el próximo año.

  1. Elimina de tu cabeza los pensamientos que te hacen dudar de tus propias fuerzas. Todo depende de ti, es hora de que te des cuenta de eso.
  2. Ya no esperes la aprobación de los demás. Por un lado, es muy importante, pero a la vez sería muy tonto consultar la opinión de otras personas todo el tiempo. Mientras sientas tu potencial y veas los resultados de lo que ya has logrado, no busques la aprobación, puedes tomar decisiones por tu cuenta, créelo.
  3. Deja en el pasado los actos que no te enorgullecen. ¿Qué caso tiene volver a preocuparse por algo que ya no puedes cambiar? Qué bueno que ya te diste cuenta del error que cometiste y que intentas repararlo, sin embargo no olvides que siempre puedes aprender algo nuevo de la vida.
  4. No te culpes por no poder cumplir alguna promesa. Además, para poder llevar a cabo algo realmente bueno, necesitas más tiempo. A veces, más de lo que creías.
  5. Dile adiós a todo lo malo que sucedió este año. Tal vez este paso no solucionará tus problemas, sin embargo puede convertirse en un feliz inicio de algo que no habías esperado.
  6. Diles adiós a las personas a las que no les importas. Mejor enfócate en aquellas que realmente merecen tu amor, cariño y atención, y quienes están dispuestas a corresponderte de la misma manera.
  7. Deja de vivir con tus recuerdos. No importa si son buenos o malos: recurres a ellos frecuentemente, viviendo las mismas situaciones una y otra vez en tu cabeza. Es hora de buscar nuevas emociones y dejar de vivir en el pasado.
  8. Dile adiós a las adicciones modernas. Indiscutiblemente los dispositivos electrónicos modernos e Internet toman una gran parte de tu tiempo. ¿Por qué no intentar pasar más tiempo en familia o con la naturaleza?
  9. Elimina de tu cabeza las opiniones ajenas acerta de ti, especialmente aquellas que hacen que te quieras menos. ¿Estás seguro de que estas personas realmente te conocen bien y te entienden? Por cierto, algunas personas disfrutan humillar a los demás, es otro motivo para pensar si de verdad quieres mantener tu comunicación con esa clase de gente.
  10. Deja en el pasado tus recuerdos acerca de aquellas situaciones donde cruzaste la línea o sólo te comportaste un poco tonto. Te recuerdan que no eres perfecto y que sigues aprendiendo, incluso de tus propios errores.
  11. Diles adiós a aquellos momentos en los que extrañas a alguien y no es recíproco. Al final de cuentas, extrañar y preocuparse por esa persona no vale la pena, y tal vez te des cuenta de que otra persona te extraña más de lo que podías imaginar.
  12. Perdónate por aquellos planes que no has podido realizar. Tal vez es el viaje que nunca hiciste, la boda a la que no pudiste ir o las oportunidades perdidas; no siempre todo marcha según tu plan, no te sientas culpable por eso. Que te sirva de recuerdo que no puedes controlarlo todo.
  13. Deja de ver sólo tus propios defectos. Obsérvate desde un ángulo distinto y aprende a querer tu propio cuerpo y aspecto físico.
  14. Sobre todo, dile adiós a ese tonto pensamiento de que el próximo año no te traerá ningún cambio; aprende a notar y aprovechar las oportunidades que se abren para poder realizar todo tu potencial al máximo.

Parábola acerca de las quejas

Un día un hombre pasaba cerca de una casa de su vecindario y vio a una viejecita en una mecedora; a su lado estaba su esposo, también de avanzada edad, leyendo el periódico. En medio de ambos se encontraba un perro que gemía como si algo le doliera. El hombre, que miraba atentamente, se sorprendió al ver y escuchar al perro y su gemir.

Al siguiente día el mismo hombre volvió a pasar cerca de la misma casa. Una vez más vio a la pareja de ancianos en sus mecedoras y a su perro acostado en medio de ambos, gimiendo igual que el día anterior.

Preocupado, el hombre se prometió que si al día siguiente volvía a escuchar al perro gemir le preguntaría al respecto a la apacible pareja.

Al tercer día, y para su sorpresa, vio la misma escena: la viejecita que se mecía, su esposo que leía atentamente el periódico y el perro que estaba acostado en el mismo sitio, gimiendo.

Él no pudo soportarlo más.

—Discúlpeme señora — dijo respetuosamente a la dama — ¿qué le pasa a su perro?

— ¿Al perro? — le devolvió la pregunta — El perro está acostado sobre un clavo.

Desconcertado, el hombre respondió:

—Si está acostado sobre un clavo y le duele ¿por qué no se mueve a otro sitio?

La viejecita sonrió y respondió con voz tierna y compasiva:

—Eso, hijito mío, significa que el clavo le molesta tanto como para gemir, pero no lo suficiente como para cambiar de lugar….

Hay algo de verdad en esto: En ocasiones nos quejamos, decimos estar hartos de algo y replicamos que es hora de cambiar pero no hacemos nada para mejorar nuestra situación.

Pasos a seguir para cumplir tus propósitos en el 2016

1.- Escoge únicamente tres propósitos:

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Antes que nada debes tener un objetivo muy importante que quieras lograr, pase lo que pase.
Puedes establecer otros dos objetivos, sólo recuerda en decidir qué objetivo será  “El objetivo principal”.

¿Por qué estoy siendo tan restrictivo? Porque si tratas de hacer más de tres cosas a la vez, te vas a perder. Perderás el camino de lo que es más importante. Vas a empezar a descuidar una de tus metas, y luego te sentirás culpable por ello. Y después perderás confianza en ti mismo.

Así que elige un propósito principal y dos secundarios.

2.- Escribe tus propósitos y ponlos en alguna parte

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Piensa en una sola palabra que represente cada una de tus metas. Escribe la palabra en letras grandes y ponla en algún lugar de tu casa. Por ejemplo, si quieres perder peso, puedes hacer un cartel con la palabra “delgada”. Cuélgala en tu refrigerador, para que cada vez que comas recuerdes tu objetivo.

No te limites a escribir tus propósitos, díselos a tu familia y amigos. Imprime varias copias de tus objetivos y ponlos en tu oficina. Entre más recordatorios, mejor.

3.- Convierte cada propósito en un hábito

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Ahora que has elegido un objetivo, encuentra algo que puedas hacer todos los días para cumplir el propósito. Trabajar en tus metas cada día es muy, muy eficaz.

4.- Ocúpate en un hábito por mes

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Para lograr un objetivo importante, es probable que tengas que tener varios buenos hábitos. Por ejemplo, para ponerte en forma necesitas hacer ejercicio, reducir tu consumo de alcohol, comer más verduras, y así sucesivamente.

Si intentas tener varios buenos hábitos a la vez, probablemente vas a fracasar ya que es demasiado difícil concentrarse.

En lugar de eso, sugiero que te centres en un buen hábito por mes. Después de haberte acostumbrado al primero, puedes añadir el siguiente, y así sucesivamente. Por ejemplo, si quieres ahorrar más dinero este año, puede agregar hábitos como estos:

Enero: Anota tus gastos cada día

Febrero: Haz tu propia comida todos los días

Marzo: Vende un artículo usado de tu casa cada día en Internet

 

Fuente: IMUJER

La casa imperfecta, una lección inolvidable

Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera.

El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacía. Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera.

Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal.
«Esta es tu casa, querido amigo -dijo-. Es un regalo para ti».

Si el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que había construido!

Construimos nuestras vidas de manera distraída, reaccionando cuando deberíamos actuar, y sin poner en esa actuación lo mejor de nosotros. Muchas veces, ni siquiera hacemos nuestro mejor esfuerzo en el trabajo. Entonces de repente vemos la situación que hemos creado y descubrimos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.

La conclusión es que debemos pensar como si estuviésemos construyendo nuestra casa. Cada día clavamos un clavo, levantamos una pared o edificamos un techo. Construir con sabiduría es la única regla que podemos reforzar en nuestra existencia. Inclusive si la vivimos sólo por un día, ese día merece ser vivido con gracia y dignidad.

La vida es como un proyecto de hágalo-usted-mismo. Su vida, ahora, es el resultado de sus actitudes y elecciones del pasado. ¡Su vida de mañana será el resultado de sus actitudes y elecciones de hoy!

El árbol de los problemas, una historia que nos puede ayudar mucho. Excelente!

El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja acababa de finalizar su primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se había dañado, haciéndole perder una hora de trabajo, y su viejo camión se negaba a arrancar.

Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Cuando llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol y tocó las puntas de las ramas con ambas manos.

Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso entusiasta a su esposa.

De regreso me acompañó hasta el carro. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.

«Este es mi árbol de problemas -contestó-. Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa, y en la mañana los recojo otra vez. Lo divertido, -dijo sonriendo- es que cuando salgo a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior».

El coleccionista de insultos, una excelente enseñanza

Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario. Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla. Conociendo la reputación del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama.

Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío. Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo. Arrojó algunas piedras en su dirección, lo escupió en la cara y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros. Durante varias horas hizo todo lo posible por sacarlo de casillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza.

Decepcionado por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:
– ¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros?

El viejo samurai repuso:
– Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo?
– Por supuesto, a quien intentó entregarlo -respondió uno de los discípulos.
– Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos -añadió el maestro-. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

Nadie nos agrede o nos hace sentir mal: somos los que decidimos cómo sentirnos. No culpemos a nadie por nuestros sentimientos: somos los únicos responsables de ellos. Eso es lo que se llama asertividad.

La paz perfecta, una eleccion realmente sabia

Cierto rey prometió un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos lo intentaron. El rey observó y admiró todas las obras, pero solamente hubo dos que en verdad le gustaron.

La primera mostraba un lago muy tranquilo, espejo perfecto donde se reflejaban las montañas circundantes. Sobre ellas se encontraba un cielo azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura estuvieron de acuerdo en que reflejaba la paz perfecta.

La segunda también tenía montañas, pero estas eran escabrosas. Sobre ellas había un cielo oscuro, del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua.

Esta imagen no se revelaba para nada pacífica. Pero cuando el rey analizó el cuadro más cuidadosamente, observó que tras la cascada, en una grieta, crecía un delicado arbusto. En él había un nido y allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, un pajarito.

¿Cuál cree usted que fue la pintura ganadora? El rey escogió la segunda. La paz -explicó- no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin dolor. Significa que, aun en medio de estas circunstancias, nuestro corazón puede permanecer en calma

La felicidad escondida, descubrela!

Un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes, para hacer una travesura. Uno de ellos dijo:

– Debemos quitarles algo a los seres humanos, pero, ¿qué?

Después de mucho pensar, uno dijo:

– ¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad. El problema es dónde esconderla para que no puedan encontrarla.

Propuso el primero:

– Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.

– No, recuerda que tienen fuerza; alguno podría subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán dónde está -replicó otro.

Se escuchó una nueva propuesta:

– Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar.

Otro señaló:

– No, no olvides que son curiosos, alguno podría construir un aparato para bajar, y entonces la encontrarán.

– Escondámosla en un planeta bien lejano de la Tierra -propuso otro.

– No -le dijeron. Recuerda que les dieron inteligencia, y un día alguno va a construir una nave para viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad.

El duende más veterano, que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas, dijo:

– Creo saber dónde ponerla para que nunca la encuentren.

Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono:

– ¿Dónde?

– La esconderemos dentro de ellos mismos; estarán tan ocupados buscándola afuera que nunca la encontrarán.

Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva consigo.