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Un simple pedido de una esposa a su marido…

Es importante que leas esta historia, sin importar si en este momento te encuentras en una relación sentimental o no.
Llegué a casa a la hora de la cena. ese día lo preparó mi mujer. Yo quería hablar con ella, lo que tenía que decirle era algo muy complejo, tomé aire y le dije «Necesito decirte algo»… Ella no me dijo nada y se fue hacia el refrigerador a sacar las bebidas. Una vez más vi el dolor en sus ojos.
Tenía que continuar hablándole de alguna manera y sin más le dije que debíamos divorciarnos.
Ella sólo me preguntó: «¿Por qué?» No pude responderle, y evadí la pregunta. Entonces ella se enojó mucho, se puso histérica y empezó a tirarme todo lo que tenía a mano. «No eres un hombre …» – me gritaba.
No había nada más de qué hablar. Me fui a la cama, no pude conciliar el sueño con rapidez y escuché que ella lloraba. Me era muy dificil explicarle qué había pasado con nuestro matrimonio, yo no sabía qué responderle. ¿Cómo decirle que no la amaba hace tiempo, que lo único que sentía por ella era lástima y que hace tiempo le había dado mi corazón a Carolina?
Al día siguiente preparé todos los documentos para el divorcio y la separeción de bienes. Le dejé la casa, el automóvil y el 30% de las acciones de mi negocio. Ella miró los papeles, en su cara se esbozó una leve sonrisa y me dijo que no quería nada de mí, luego empezó a llorar otra vez. También me sentí mal al pensar en los 10 años que estuvimos juntos, pero su reacción sólo reforzó mi deseo de separarme.
Ese día regresé tarde a casa, no comí nada y fui directo a la cama. Ella estaba sentada a la mesa y escribía algo. Me desperté a la mitad de la noche y ella aún estaba escribiendo.
Me dio igual lo que hacía porque ya no sentía ningún tipo de cercanía hacia ella.
En la mañana me dijo que ella tenía un par de condiciones para darme el divorcio. Insistió en guardar una buena relación en medida de lo posible, su argumento fue muy convincente: dentro de un mes nuestro hijo tendría los exámenes en la escuela y ella creía que una noticia así lo destruiría.
Me fue difícil refutarle, así que no lo hice. La segunda condición me pareció bastante tonta: ella quería que durante todo un mes yo la llevara desde el dormitorio hasta el cobertizo en mis brazos como recordatorio de cómo la había llevado a casa luego de nuestra boda.
No protesté, me daba igual. Al llegar al trabajo le conté acerca de las peticiones a Carolina, y ella respondió que todo era un intento miserable de mi esposa para manipularme y hacerme cambiar de opinión.
El primer día cuando llevé mi esposa en brazos hacia el cobertizo me sentí incómodo, para mi ella era alguien ajeno. Nuestro hijo nos vio y pegó un brinco diciendo «¡Mi papá lleva en brazos a mi mamá!» mi esposa me susurró «no le digas nada…». Puse a mi esposa en el suelo al llegar a la puerta de la entrada, de allí ella se fue caminando a la estación de autobús.
El segundo día todo salió un poco más natural. Me sorprendí en cierta medida al ver que ella tenía un par de canas y algunas arrugas insipientes. Ella le puso su alma a nuestro matrimonio ¿cómo podría yo agradecérselo?.
Al poco tiempo surgió entre nosotros una pequeña chispa, que creció cada día. Me sorprendí mucho más al notar que mi esposa se hacía más liviana cada día. No le dije nada a Carolina.
El último día cuando me preparaba a alzarla en mis brazos la encontré cerca al armario, se quejaba diciéndo que había adelgazado mucho últimamente. Y era cierto, ella estaba mucho más delgada que antes. ¿habría sido por lo de nuestra relación?
Nuestro hijo entró en la habitación y feliz preguntó cuándo iba a llevar a mi mamá en brazos hasta la puerta, para él ya era una tradición.
Yo la levanté y me sentí exáctamente igual al día de nuestra boda. Era increible: Ella me abrazó suavemente por el cuello. Lo único que me preocupaba era su peso.
Cuando puse a mi esposa en el suelo, agarré rápidamente las llaves del auto y llegué volando al trabajo. Al ver a Carolina le dije que ya no quería divorciarme y que el amor con mi esposa se había enfriado sólo porque habíamos dejado de prestarnos la debida atención. Carolina me dio una bofetada y se fue corriendo.
Yo estaba feliz porque pronto vería a mi esposa. Salí temprano de la oficina y me detuve en una tienda de flores, le compré el bouquet más bonito que encontré; cuando el vendedor me preguntó qué poner en la tarjeta le respondí «Para mi sería un honor llevarte cargada hasta el final».
Luego de sortear varios atascos en el tráfico, con el corazón latiéndo rápidamente, y una gran sonrisa llegué a casa, subí las escaleras y entré al dormitorio, mi esposa estaba en la cama. Estaba muerta.
Al poco tiempo me enteré que ella había luchado con valentía contra un cáncer durante los últimos meses y no me dijo nada, y yo ni cuenta me di por estar muy ocupado con Carolina.
Mi esposa era una mujer increíblemente sabia: para que yo no pareciera un monstruo ante mi hijo por el divorcio ella pensó en aquellas condiciones que inicialmente me parecieron tan tontas.
Espero que mi historia le ayude a alguien a luchar por su familia. Muchas personas se han rendido sin saber que están sólo a un paso de la victoria.

Parábola acerca de las quejas

Un día un hombre pasaba cerca de una casa de su vecindario y vio a una viejecita en una mecedora; a su lado estaba su esposo, también de avanzada edad, leyendo el periódico. En medio de ambos se encontraba un perro que gemía como si algo le doliera. El hombre, que miraba atentamente, se sorprendió al ver y escuchar al perro y su gemir.

Al siguiente día el mismo hombre volvió a pasar cerca de la misma casa. Una vez más vio a la pareja de ancianos en sus mecedoras y a su perro acostado en medio de ambos, gimiendo igual que el día anterior.

Preocupado, el hombre se prometió que si al día siguiente volvía a escuchar al perro gemir le preguntaría al respecto a la apacible pareja.

Al tercer día, y para su sorpresa, vio la misma escena: la viejecita que se mecía, su esposo que leía atentamente el periódico y el perro que estaba acostado en el mismo sitio, gimiendo.

Él no pudo soportarlo más.

—Discúlpeme señora — dijo respetuosamente a la dama — ¿qué le pasa a su perro?

— ¿Al perro? — le devolvió la pregunta — El perro está acostado sobre un clavo.

Desconcertado, el hombre respondió:

—Si está acostado sobre un clavo y le duele ¿por qué no se mueve a otro sitio?

La viejecita sonrió y respondió con voz tierna y compasiva:

—Eso, hijito mío, significa que el clavo le molesta tanto como para gemir, pero no lo suficiente como para cambiar de lugar….

Hay algo de verdad en esto: En ocasiones nos quejamos, decimos estar hartos de algo y replicamos que es hora de cambiar pero no hacemos nada para mejorar nuestra situación.

Los 5 Tips para bajar de peso por las noches. Descubrelos!

En ocasiones es sumamente complicado ir al gimnasio, pero eso no es motivo suficiente para no tener una buena rutina. 

Así que toma nota de estos tips para bajar de peso por las noches:

– Duerme lo suficiente. Recuerda que la melatonina puede ayudar a tu cuerpo a producir más hormonas quema-grasa y está la puedes obtener si descansas bien.

– Toma mucha agua. Durante el día toma agua, recuerda ella elimina toxinas e impurezas del organismo con la ayuda de ambos riñones, pero para que no te levantes en la noche deja de tomarla por lo menos 2 horas antes de irte a dormir.

– Elimina la sal de tu comida. Trata de cenar cosas ligeras, esto te ayudará a no sentirte hinchada en la mañana, te recomendamos comer fibra.

– Haz una rutina de ejercicio. El ejercicio también te puede ayudar a dormir mejor, puedes hacer bicicleta o bien utilizar una caminadora.

– Baja la temperatura de tu habitación. El frío te ayudará a quemar calorías, pues tu cuerpo buscará calentarse y las quemará rápidamente.

Pasos a seguir para cumplir tus propósitos en el 2016

1.- Escoge únicamente tres propósitos:

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Antes que nada debes tener un objetivo muy importante que quieras lograr, pase lo que pase.
Puedes establecer otros dos objetivos, sólo recuerda en decidir qué objetivo será  “El objetivo principal”.

¿Por qué estoy siendo tan restrictivo? Porque si tratas de hacer más de tres cosas a la vez, te vas a perder. Perderás el camino de lo que es más importante. Vas a empezar a descuidar una de tus metas, y luego te sentirás culpable por ello. Y después perderás confianza en ti mismo.

Así que elige un propósito principal y dos secundarios.

2.- Escribe tus propósitos y ponlos en alguna parte

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Piensa en una sola palabra que represente cada una de tus metas. Escribe la palabra en letras grandes y ponla en algún lugar de tu casa. Por ejemplo, si quieres perder peso, puedes hacer un cartel con la palabra “delgada”. Cuélgala en tu refrigerador, para que cada vez que comas recuerdes tu objetivo.

No te limites a escribir tus propósitos, díselos a tu familia y amigos. Imprime varias copias de tus objetivos y ponlos en tu oficina. Entre más recordatorios, mejor.

3.- Convierte cada propósito en un hábito

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Ahora que has elegido un objetivo, encuentra algo que puedas hacer todos los días para cumplir el propósito. Trabajar en tus metas cada día es muy, muy eficaz.

4.- Ocúpate en un hábito por mes

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Para lograr un objetivo importante, es probable que tengas que tener varios buenos hábitos. Por ejemplo, para ponerte en forma necesitas hacer ejercicio, reducir tu consumo de alcohol, comer más verduras, y así sucesivamente.

Si intentas tener varios buenos hábitos a la vez, probablemente vas a fracasar ya que es demasiado difícil concentrarse.

En lugar de eso, sugiero que te centres en un buen hábito por mes. Después de haberte acostumbrado al primero, puedes añadir el siguiente, y así sucesivamente. Por ejemplo, si quieres ahorrar más dinero este año, puede agregar hábitos como estos:

Enero: Anota tus gastos cada día

Febrero: Haz tu propia comida todos los días

Marzo: Vende un artículo usado de tu casa cada día en Internet

 

Fuente: IMUJER

El regalo furtivo

Un chico había nacido con una enfermedad que no tenía cura. A sus 17 años, podía morir en cualquier momento. Siempre había permanecido en casa, al cuidado de su madre, pero estaba harto y decidió salir solo por una vez. Visitó muchos almacenes y, al pasar por uno de música, vio a una jovencita primorosa de su misma edad. Fue amor a primera vista. Abrió la puerta y entró sin mirar nada que no fuera ella. Acercándose poco a poco, llegó al mostrador donde se encontraba la chica, que lo miró y le dijo, con una sonrisa:

– ¿Te puedo ayudar en algo?

Él pensó que era la sonrisa más hermosa que había visto en toda su vida. Sintió deseos de besarla en ese instante. Tartamudeando, le dijo:

– Sí, eeehhh, uuuhhh… me gustaría comprar un disco -y sin pensarlo, tomó el primero que vio y le dio el dinero.

– ¿Quieres que te lo envuelva? -preguntó la joven, sonriendo de nuevo.

Él asintió con la cabeza y ella fue a la oficina, para volver con el paquete envuelto. Lo tomó y se fue.

Desde entonces, todos los días visitaba la tienda y compraba un disco. La muchacha siempre lo envolvía, y él se lo llevaba y lo guardaba en su clóset. Era muy tímido para invitarla a salir y, aunque trataba, no podía. Su mamá se dio cuenta y le dio ánimo, así que al día siguiente él se armó de coraje y se dirigió a la tienda. Compró un disco y, como siempre, ella se fue a envolverlo. Él tomó el paquete y, mientras la joven no lo miraba, dejó su número de teléfono en el mostrador y salió corriendo.

Al otro día, repicó el teléfono de la casa y la mamá contestó. Era la muchacha del almacén, preguntando por su hijo. La señora comenzó a llorar y le dijo:

– ¿No lo sabes? Murió ayer.

Hubo un silencio prolongado, roto solamente por los sollozos de la madre. Días más tarde, la señora entró en el cuarto de su hijo. Al abrir el clóset, se topó con montones de cajitas en papel de regalo. Como esto le causó curiosidad, tomó uno de los paquetes y se sentó sobre la cama para abrirlo. Al hacerlo, un pequeño pedazo de papel salió de la cajita plástica. Era una nota que decía: «¡Hola! Estás muy guapo. ¿Quiéres salir conmigo? Te quiere, Sofía».

Con emoción, la madre abrió otro paquete, y otro, y otro, y al hacerlo encontró muchas notas; todas decían lo mismo con distintas palabras.

Así es la vida: no espere demasiado para decirle a alguien especial lo que siente. Dígalo hoy: mañana puede ser muy tarde.

Ascender por resultados

Juan trabajaba en una empresa hacía dos años. Era muy serio, dedicado y cumplidor de sus obligaciones. Llegaba puntual y estaba orgulloso de que no haber recibido nunca una amonestación. Cierto día, buscó al gerente para hacerle un reclamo:

– Señor, trabajo en la empresa hace dos años con bastante esmero y estoy a gusto con mi puesto, pero siento que he sido dejado de lado. Mire, Fernando ingresó a un puesto igual al mío hace sólo seis meses y ya ha sido promovido a supervisor.

– ¡Ajá! -contestó el gerente. Y mostrando cierta preocupación le dijo-: Mientras resolvemos esto quisiera pedirte que me ayudes con un problema. Quiero dar fruta para la sobremesa del almuerzo de hoy. Por favor, averigua si en la tienda de enfrente tienen frutas frescas.

Juan se esmeró en cumplir con el encargo y a los cinco minutos estaba de vuelta.

– Bien, ¿qué averiguaste?
– Señor, tienen naranjas para la venta.
– ¿Y cuánto cuestan?
– ¡Ah! No pregunté.
– Bien. ¿Viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal?
– Tampoco pregunté eso.
– ¿Hay alguna fruta que pueda sustituir la naranja?
– No lo sé, señor, pero creo que…
– Bueno, siéntate un momento.

El gerente cogió el teléfono e hizo llamar a Fernando. Cuando se presentó, le dió las mismas instrucciones que a Juan, y en diez minutos estaba de vuelta. El gerente le preguntó:

– Bien, Fernando, ¿qué noticias me traes?
– Señor, tienen naranjas, las suficientes para atender a todo el personal, y si prefiere, tienen bananos, papayas, melones y mangos. La naranja está a 150 pesos el kilo; el banano, a 220 pesos la mano; el mango, a 90 pesos el kilo; la papaya y el melón, a 280 pesos el kilo. Me dicen que si la compra es por cantidades, nos darán un descuento de diez por ciento. Dejé separadas las naranjas, pero si usted escoge otra fruta debo regresar para confirmar el pedido.
– Muchas gracias, Fernando. Espera un momento.

Entonces se dirigió a Juan, que aún seguía allí:

– Juan, ¿qué me decías?
– Nada, señor… eso es todo. Con su permiso.

Hoy en día reclamamos empoderamiento. Es decir, que los jefes otorguen a sus subalternos la posibilidad de tomar decisiones y responsabilidades por ellas. Pero, ¿están los empleados asumiendo esta función de manera proactiva y automotivada?

El potencial está en las personas. Son ellas quienes deben desarrollarlo y hacerlo conocer de los demás a través de hechos concretos.

La casa imperfecta, una lección inolvidable

Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera.

El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacía. Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera.

Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal.
«Esta es tu casa, querido amigo -dijo-. Es un regalo para ti».

Si el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que había construido!

Construimos nuestras vidas de manera distraída, reaccionando cuando deberíamos actuar, y sin poner en esa actuación lo mejor de nosotros. Muchas veces, ni siquiera hacemos nuestro mejor esfuerzo en el trabajo. Entonces de repente vemos la situación que hemos creado y descubrimos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.

La conclusión es que debemos pensar como si estuviésemos construyendo nuestra casa. Cada día clavamos un clavo, levantamos una pared o edificamos un techo. Construir con sabiduría es la única regla que podemos reforzar en nuestra existencia. Inclusive si la vivimos sólo por un día, ese día merece ser vivido con gracia y dignidad.

La vida es como un proyecto de hágalo-usted-mismo. Su vida, ahora, es el resultado de sus actitudes y elecciones del pasado. ¡Su vida de mañana será el resultado de sus actitudes y elecciones de hoy!

El árbol de los problemas, una historia que nos puede ayudar mucho. Excelente!

El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja acababa de finalizar su primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se había dañado, haciéndole perder una hora de trabajo, y su viejo camión se negaba a arrancar.

Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Cuando llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol y tocó las puntas de las ramas con ambas manos.

Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso entusiasta a su esposa.

De regreso me acompañó hasta el carro. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.

«Este es mi árbol de problemas -contestó-. Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa, y en la mañana los recojo otra vez. Lo divertido, -dijo sonriendo- es que cuando salgo a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior».