Se trata de un movimiento brusco que sufre alguna parte o la totalidad de nuestro cuerpo cuando entramos en la fase de somnolencia, que es la que dará paso a posteriores fases de sueño superficial, profundo y fase REM.
El proceso de adormecimiento en nuestro cuerpo tiene diferentes fases y en éste los músculos se relajan y la mente se «desconecta de su parte consciente» hasta hacernos entrar en el mundo de los sueños. Mientras nuestro cuerpo lleva a cabo estas funciones, es bastante común que sintamos repentinamente una descarga eléctrica que interrumpe momentáneamente el sueño.
Pasamos de un momento de máxima relajación a uno de tensión imprevista. Esto se produce cuando, por ejemplo, hemos sufrido episodios estresantes durante el día y nuestros músculos o mente regresan de manera brusca al estado de alerta porque vuelven a conectarse con dichos episodios. También puede ocurrir si estamos muy cansados y nuestro cuerpo no puede llevar a cabo el proceso en total relajación. En cualquier caso, se trata de una especie de espasmo físico y mental que nos hace regresar a la vigilia de golpe interrumpiendo el adormecimiento en el que habíamos entrado.
Se calcula que este fenómeno fisiológico afecta a 7 de cada 10 personas en algún momento de su vida. Puede ocurrir de manera aislada o volverse repetitivo. En este último es recomendable ver un médico para ayudar al cuerpo a vivir de manera completa y tranquila la fase del adormecimiento. No tiene consecuencias dañinas para nuestra salud ni se trata de una enfermedad o condición médica. Más allá del sobresalto, no hay nada qué temer cuando esto ocurre.