Cuidado con la gente que ha sido herida, saben muy bien cómo sobrevivir. Tienen la piel curtida en mil batallas y el corazón protegido tras una armadura oxidada pero resistente. Ya no admiten las mentiras ni los egoísmos, saben cómo defenderse de las palabras que hacen daño y se valen por sí mismas aún en las situaciones más complicadas.
La vida duele, y extiende sus zarpas agresivas de muy diversos modos y a través de múltiples mecanismos. Tanto es así, que son muchas las personas que caminan por la calle con sus heridas abiertas, incapaces de reconocerlas pero sufriendo sus efectos a través de la indefensión, el mal humor, la amargura y el cansancio extremo.
Sin embargo, quienes han sido capaces de identificarlas, sanarlas y aprender de ellas, están hechos ahora de un material diferente. En la aleación de su corazón disponen de un componente casi mágico: la resiliencia.
La resiliencia nos hace especiales: nos convierte en héroes
Los hechos traumáticos, ya sean los ocasionados a raíz de un accidente, una pérdida, un abuso o la destrucción sufrida a causa de una relación afectiva, tienen la capacidad de transformarnos. Si el miedo nos supera nos quedamos bloqueados.
La resiliencia es, ante todo, una adaptación a una situación de estrés. Porque los héroes no nacen, los auténticos héroes emergen en los momentos de adversidad.
Esa herida te ha enseñado a sobrevivir
Nunca debemos infravalorar a quien ha sido herido/a. La neuroplasticidad cerebral es infinita, el cerebro se reprograma y la resiliencia nos reinventa, nos hace fuertes y nos ofrece nuevos escudos para hacer frente a cualquier parálisis. Nos abrimos camino por nosotros mismos para encontrar nuevas felicidades.