¿Se puede aprender a controlar lo que soñamos? ¿Todo el mundo tiene sueños lúcidos? ¿Cuál es su potencial terapéutico? Las últimas investigaciones responden estos interrogantes
¿Qué son los sueños lúcidos?
Controlar los propios sueños y vivir en ellos aventuras imposibles en la vida real es una idea tentadora que incluso se ha llevado al cine. Sin embargo, algunas personas pueden hacerlo porque tienen un tipo de sueños llamados lúcidos y son conscientes de estar soñando. A veces, incluso pueden desempeñar un papel activo y se convierten en directores de la película de sus sueños, cuyo guión pueden ir improvisando a capricho. En ocasiones, tienen la sensación de despertar dentro del sueño y saber que pueden seguir soñando. Pueden hacerlo porque su lóbulo frontal no está totalmente dormido.
Se trata de un estado intermedio entre el sueño, donde la consciencia casi se desconecta, y la vigilia, donde está a pleno funcionamiento. Y tienen lugar durante la fase REM, en la que se dan las ensoñaciones. Algunas personas que participan en experimentos son capaces de indicar a los investigadores, mediante una señal pactada, cuándo los están experimentando. Y los investigadores pueden corroborar si es cierto por sus ondas cerebrales. Esta capacidad supone que durante el sueño recuerdan la señal pactada mientras duermen, lo que requiere un cierto grado de consciencia.
¿Por qué se producen?
La consciencia no se desconecta del todo mientras dormimos. Siempre hay un bajo nivel que nos puede hacer despertar cuando oímos algo significativo, nuestro nombre o un ruido. Pero en el sueño lúcido la actividad cerebral aumenta, especialmente en la parte frontal del cerebro, que está relacionada con la actividad cognitiva. Se puede medir porque aparecen ondas cerebrales en la banda gamma, como explicaba a ABC, Ursula Voss, catedrática de psicología de la Universidad de Bonn, experta en este tipo de suñeos.
Cuanto más rápida es esa actividad gamma, mayor será el procesamiento cognitivo en general. Es lo que ocurre cuando estamos pensando. Por el contrario la actividad gamma es muy baja en el sueño profundo. Sin embargo, en el sueño lúcido aparece también esta actividad, aunque en menor medida que durante la vigilia.
¿Son frecuentes?
Los adultos rara vez los tienen. Hay mucha literatura esotérica al respecto. Muchas personas en internet aseguran que son lúcidas, pero en el laboratorio se comprueba que no es cierto. Aparte de otros indicadores, se registra la actividad gamma, de alta frecuencia, común a la vigilia. Esta actividad no la tenemos al nacer, es adquirida y aumenta con la capacidad cognitiva. Cuanto más inteligentes seamos, más actividad gamma tenemos., explica Úrsula Voss
Son mucho más frecuentes entre los 10 y 19 años, en especial entre los niños más inteligentes. A menudo empiezan a soñar de una manera lúcida cuando tienen pesadilla, como autodefensa. Es posible que los sueños lúcidos se den porque las redes neuronales están en desarrollo, y por accidente se pueden activar durante la noche las que están implicadas en la consciencia. Si coincide con una pesadilla, el niño se da cuenta de que está soñando, y si son frecuentes aprenden a cambiar el contenido del sueño. Es una aplicación terapéutica.
El cerebro de los soñadores lúcidos es diferente
Neurocientíficos del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano en Berlín y el Instituto Max Planck de Psiquiatría, en Munich, han comparado las estructuras cerebrales de las personas que tienen sueños lúcidos de forma habitual y los que no los tienen nunca o casi nunca. Sus resultados se acaban de publicar en “The Journal of Neuroscience”.
Y lo que han descubierto es que, la corteza prefrontal, el área del cerebro que permite la autorreflexión, es más grande en los soñadores lúcidos que en los que no los experimentan nunca o casi nunca. Lo que hace pensar que posiblemente son más autorreflexivos cuando están despiertos. Probablemente, especulan, el sueño lúcido está estrechamente relacionado con la capacidad humana de autorreflexión, que se conoce como metacognición.
Pero algunos psicólogos de orientación psicoanalítica le darían otra explicación: las personas que tienen sueños lúcidos tienen un control muy rígidos de sus acciones, una característica que aparecerían también en los sueños, en los que son capaces de intervenir. Una hipótesis también es plausible, puesto que en la corteza prefrontal, la que según este estudio tienen más grande los soñadores lúcidos, se graban las normas sociales y morales…
¿Se pueden entrenar estos sueños?
Los foros de Internet y los blogs están llenos de instrucciones y consejos sobre la forma de conseguir el sueño lúcido. Pero la realidad es que no es fácil lograrlo, lleva hasta seis meses y no todos los consiguen, para disgusto de algunos neurocientíficos, que se sirven de este tipo de ensoñaciones para investigar cuestiones tan escurridizas como la consciencia.
Según Stephen LaBerge, autor de «Explorando el mundo de los sueños lúcidos» y probablemente uno de los mayores expertos en la materia, la frecuencia de estos sueños aumenta si se entrena a las personas en detectar los contenidos absurdos de los sueños, que habitualmente nos parecen normales mientras soñamos. Esto ayudaría a reconocer que estamos soñando, la característica de los sueños lúcidos.
Los neurocientíficos del Max Planck quieren darle una vuelta al asunto para saber si las habilidades metacognitivas, de autorreflexión, se pueden potenciar mediante este tipo de sueños. Tienen la intención de entrenar a los voluntarios en sueños lúcidos para examinar si esto mejora la capacidad de autorreflexión. Aunque quizás fuese más fácil hacerlo a la inversa, entrenar la capacidad de autorreflexión y ver si con ello se favorecen los sueños lúcidos…
Se pueden provocar por estimulación cerebral
El equipo de la psicóloga Ursula Voss, experta en este tipo de sueños, ante la dificultad de entrenar sujetos para sus investigaciones, se planteó inducirlos. Y logró en mayo del año pasado. Para ello estimularon el cerebro con ondas gamma durante la fase REM del sueño. Sus resultados los publicaron en las revista «Nature Neuroscience».
A través de electrodos en el cuero cabelludo lograron, mediante una técnica llamada estimulación transcraneal de corriente alterna (tACS por su sigla en inglés), que los 27 voluntarios tomaran consciencia de que estaban soñando. Voss no prevé un mercado comercial para los dispositivos de sueños lúcidos. Y advierte de que los que se venden en la actualidad no funcionan bien, y los que estimulan el cerebro, como el del estudio, deben ser supervisados siempre por un médico.
Aplicaciones terapéuticas
Provocar este tipo de sueños artificialmente podría ayudar a tratar trastornos tan frecuentes como la depresión, la ansiedad o el trastorno de estrés postraumático (TEP), explicaba en Nature Neuroscience la Jessica Payne, del Departamento de Psicología, Memoria, Estrés y Sueño de la Universidad de Notre Dame (Indiana).
Las pesadillas recurrentes que se producen en estos trastornos, especialmente en el TEP, podrían modificarse a voluntad si las personas afectadas fueran conscientes de que están soñando, y podrían cambiar el final por otro menos traumático.
Urusula Voss quiere ver su efectividad en la esquizofrenia, donde el lóbulo frontal está menos activado y quizás entrenar en lucidez podría ayudar a distinguir entre alucinaciones y realidad. Las áreas corticales activas durante un sueño lúcido se superponen con las regiones del cerebro que están deterioradas en los pacientes no son conscientes de su enfermedad, según un estudio.
En otro ámbito, los sueños lúcidos tienen que ver con el pensamiento abstracto y se abre la posibilidad de enseñar esta técnica a niños de niveles académicos más bajos, porque quizá les ayude a llegar a un nivel de abstracción mayor.
Las personas con narcolepsia tienen más sueños lúcidos
Hacerse cosquillas a uno mismo no es posible. De ahí que los científicos se fijen en esta curiosidad como una ejemplo de atenuación sensorial en acciones llevadas a cabo por uno mismo. Pero hay excepciones, como cuando despertamos en la fase REM del sueño, según un artículo publicado en «Frontiers in Human Neuroscience» hace unos meses, que sí se consigue. Se preguntaban si en los sueños lúcidos pasaría lo mismo y para veriguarlo, los investigadores pidieron a los participantes que evaluaran sus sensaciones al hacerse cosquillas a sí mismos mientras estaban despiertos, lo imaginaban o experimentaban un sueño lúcido.
Sus resultados, explican, indican que la diferencia entre hacerse cosquillas a uno mismo y las cosquillas hechas por otros se borran en los sueños lúcidos. Lo que les lleva a la conclusión especulativa de que en los sueños lúcidos la atenuación sensorial para las cosquillas «de producción propia» se extiende a los personajes que aparecen en el sueño, que también quedan incapacitados para hacer cosquillas a otros. No hay nada perfecto…
¿Dejan huella en el cerebro?
La revista «Medical Hypotheses» describe el caso de un paciente con dolor crónico desde hacía 22 años y 2 años de tratamientos biopsicosociales sin resultado. Sin embargo, sufrió una remisión completa del dolor después de un sueño lúcido. Los autores proponen para explicarlo que la reorganización del sistema nervioso central (la plasticidad neural) es un posible mecanismo para explicar el beneficio terapéutico de los tratamientos multidisciplinares, y puede establecer un marco para la reparación de los nervios dañados que provocan el dolor resistente al tratamiento. Y lo sorprendente es que en este caso deducen que se esa plasticidad ha tenido lugar a través de un sueño lúcido… De ser así, los sueños lúcidos dejarían huella en el cerebro